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domingo, febrero 25, 2024
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Elección sin selección

El pueblo de México, cosa rara, ha seguido con especial atención el debate que se ha dado entre candidatos a la presidencia de la República, y como dijo un viejo político: “la caballada está flaca”.

1.- El candidato de Morena, mesiánico, apasionado, populista, utilizando la palabra en su forma degradante, propone un cambio estructural; sabe del hartazgo social, sabe de la corrupción y de la impunidad y de que existe un ánimo de cambio en la sociedad, sobre todo, en la manera de atacar el fenómeno de la inseguridad que en muchos estados de la República se ha convertido en un peligro que amenaza la seguridad. Hay que recordar que siendo gobernador del Distrito Federal, permitió que dos de sus funcionarios se llenaran los bolsillos en forma ilícita y no hizo nada para que fueran sancionados.


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2.- El candidato de Acción Nacional, fundado en un liberalismo económico, no ha dado respuestas a la necesidad de un reparto justo de la riqueza, ni tampoco ha aclarado cómo su patrimonio ha crecido enormemente, y son millones de mexicanos jóvenes los que apunto están de una rebelión porque el sistema liberal no les permite tener dos satisfactores indispensables para ellos y sus familias. El desarrollo económico solo ha beneficiados a unos cuantos, mientras 56 millones de mexicanos ni estudian, ni trabajan; la opción que les queda es robar el petróleo de la nación, extrayendo de los ductos de Petróleos Mexicanos o robando trenes o cobrando piso; ladrones robando a ladrones.

3.- El candidato del PRI (más de lo mismo), carga la pesada lápida de la corrupción que ha empobrecido al país y que ha impedido el desarrollo económico. En fin, todos los candidatos reconocen la problemática que está viviendo el país y la necesidad de hacer algo para evitar un estallido social, pero ninguno de ellos ha presentado la fórmula de cómo abatir la corrupción y con ella, la impunidad; o sea, han identificado los problemas que presenta el país, pero no han dado la fórmula para resolverlo.

Todos los candidatos saben que hay corrupción, la pasión por el poder no falta y el miedo al desbordamiento social tampoco; pero no dicen de dónde saldrán los caudales para resolver las múltiples carencias que el país padece y que son el resultado del robo sistemático a Hacienda Pública. Por desgracia, lo que se ha identificado es una ambición de poder, pero ningún interés sano, limpio, el cómo hacerle para limpiar el estercolero en que se ha convertido la patria; por el contrario, siguen vigentes los políticos que implantaron la corrupción como meta de su actividad. Los partidos políticos sirven a determinados grupos de poder y de los candidatos ciudadanos se sospecha que funcionan en pro de intereses oscuros.


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En síntesis, entre políticos corruptos, delincuentes organizados, grupos de poder, empresarios antipatriotas, son el panorama triste, muy triste, en que se dará una elección carente de lo principal que es el patriotismo.

 

Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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