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miércoles, febrero 21, 2024
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Los macarras de la moral (Cuarta parte)

“Nadie ha de meterse donde no lo llaman, ni ha de querer usar del

oficio que por ningún caso le toca”.- Miguel de Cervantes Saavedra


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La iniciativa presidencial del proyecto legislativo “Matrimonios sin Discriminación” pretende que el matrimonio entre personas del mismo sexo en México se pueda realizar en todas las entidades federativas que integran el país, esto, tras la resolución de la jurisprudencia 43/2015 de la SCJN emitida el 12 de junio del 2015, en la cual obliga a todos los jueces a seguir este criterio favorable en los amparos que se interpongan en cualquier parte del país. Es necesario comentar que antes de que entrara en vigor la Ley de la Ciudad de México, el Congreso del Estado de Coahuila decretó la modificación del marco jurídico estatal para dar cavidad a la figura del “Pacto Civil de Solidaridad” el 11 de enero del 2007. La entrada en vigor de la reforma fue adelantada ante la amenaza de los Diputados locales panistas de interponer un recurso de inconstitucionalidad ante la SCJN y al menos de tener la entrada en vigor de la reforma. Ante este panorama, el Gobierno Coahuilense decretó, el 15 de enero del 2007, nuevas disposiciones legales, convirtiéndose en la primera entidad federativa mexicana donde fue posible registrar parejas del mismo sexo como uniones civiles ante la autoridad del gobierno.

La actual insensata y absurda posición de la Iglesia Católica mexicana que organizó apenas la semana pasada a nivel nacional diversas manifestaciones de supuestos feligreses oponiéndose a este proyecto legislativo y desde luego, actuando en la más absoluta la ilegalidad al involucrarse en cuestiones legislativas y políticas del país que constitucionalmente están vedadas a cualquier tipo de Iglesia, no solo a la católica.


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Dentro de otro de los argumentos, los grupos manifestantes esgrimieron la defensa de la familia para evitar la aprobación de este proyecto legislativo; ¿pero a qué familia se refiere la Iglesia Católica? ¿Quizá a la familia tradicional de un hombre con una mujer y por supuesto con hijos de acuerdo a la definición que actualmente tienen la mayoría de las entidades federativas? ¿Y qué pasa con las parejas que no pueden procrear, no son acaso familias? Y los más de 5 millones y medio de madres mexicanas solteras que trabajan, cuidan, forman y educan a sus hijos, ¿ésas no son familias? ¿Y las formadas por los tíos que a falta de los padres les dan amor, protección, cariño y alimentos legalmente a sus sobrinos y a sus propios hijos, ésas no son familias? ¿Y las formadas por miles de abuelas y abuelos que a falta de los padres biológicos cuidan, educan y forman a sus nietos, tampoco son familia?

El problema consiste en la actitud de intolerancia, en la acción de sembrar odio y división entre los mexicanos y querernos imponer un modelo de familia que hace mucho tiempo ya no existe ni en la sociedad mexicana, ni en otros países del mundo. ¿Por qué esas mismas personas que protestaron por la iniciativa ya citada, no lo hicieron contra los sacerdotes pederastas, o contra los colegios católicos de élite a los que solo pueden acceder un reducido número de menores mexicanos mientras la inmensa mayoría se educan si tienen suerte en un espacio público?, quieren imponernos el principio de iguales, pero separados. El Papa Francisco ha dicho: “¿Quién soy yo para juzgar a los homosexuales que también son personas y cristianos?”, pero esta afirmación y esta directriz no es escuchada por el Cardenal Norberto Rivera e igual nos preguntamos: ¿qué hace, por ejemplo, la Iglesia Católica en defensa de los niños de la calle de este país?

Países como Argentina en 2009, España en 2010, Colombia en 2011, Uruguay en 2013, Estados Unidos, han legalizado este tipo de uniones y en la Ciudad de México desde la aprobación de la Ley, más de 7 mil parejas han contraído matrimonio, esto es, 14 mil personas que están formando una familia. Evidentemente la actitud retrograda y desfasada de los Derechos Humanos es el sello de este movimiento que divide al país en lugar de unirlo, que no reconoce a sus iguales como hermanos por que la tolerancia no tiene lugar en su corazón.

 

Benigno Licea González es Doctor en Derecho Constitucional y Derecho Penal. Fue Presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa”, A. C. Correo: liceagb@yahoo.com.mx

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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