En el corazón de un valle de frondosas tonalidades verdes, con el ligero aroma y sensación a vino, con pequeños destellos de la brisa marina, fue insertado el escenario y las carpas que delimitaron primero la verbena, y después el danzón provocado por los oriundos ‘de Iztapalapa para el mundo’, quienes minutos después de las 22:30 horas saltaron al templete para celebrar la vida bailando.