De un tiempo para acá, lo atípico ha adquirido gran presencia en nuestra cotidianidad. Se han roto muchos moldes en la política, en la democracia y en la sociedad en general. Eso habla de la pluralidad que ha alcanzado un gran país llamado México.
Y como las pérdidas en dinero efectivo y de tiempos-laborables no los paga el señor Presidente, pues éste sigue jugando con el patrimonio nacional, que cada día empobrece más. ¿Cómo? Haciendo lo que más le gusta: permanente campaña política.
El poder es una tentación. No para todos, pero sí para muchos, los suficientes. En el pasado, el poder casi absoluto concentrado en el característico presidencialismo mexicano fue sujeto de la más inquisitiva crítica, particularmente por aquellos que se identificaban -o por lo menos presumían- de izquierdistas.
Hermanos del presidente López Obrador refrendaron sus simpatías en cara al proceso de selección del candidato presidencial de Morena que terminará el 6 de septiembre.
Arropado por el círculo más cercano de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, desciende lentamente de la camioneta oficial Adán Augusto López Hernández
Al menos dos espectaculares han sido colocados en el municipio fronterizo, en favor del ex gobernador de Tamaulipas, señalado de lavado de dinero, delincuencia organizada y defraudación fiscal
uando era oposición criticaba lo que ahora acepta para sí mismo, su familia y seguidores. México sigue pagando y continuará por años, entregando miles de millones de pesos por la terrible decisión de cancelar el que iba a ser Aeropuerto Internacional en Texcoco.
Vaya cobardía de quien nos gobierna. Lanza sus epítetos y los niega. Pero la política es un bumerang: llegarán tiempos en que todo esto y todos, paguen sus actuales acciones. Porque estarán en la memoria y en la historia. Ya lo verán.
Morena aún maneja tres nombres para la “estelar”; todos y un cuarto más, identificados y ligados al “Don King de palacio nacional”, en tanto esperan a su “rival de la esquina contraria”.