Al magisterio le han dado tantos palos en los últimos años, que ya no siente lo duro, sino lo tupido; bien pudiera decirse que con tantos golpes, los maestros no reaccionan: están aturdidos, abandonados a su suerte por sus dirigentes sindicales; siguen perdidos, desorientados. Les han violentado sus derechos laborales y están en peligro de perder más.