Si los políticos hacen su triquiñuelas y malos hábitos, tenemos nosotros los electores la voz y ley de tenerlos bajo la lupa, de ver qué hacen y si su desempeño es justo, grato o malo para sus gobernados.
Ya se escucha la melodía de las golondrinas en el centro municipal el próximo noviembre de 2024. Se termina una era de derroche, faltas, omisiones, errores, encuartelamiento, fotos, selfies, glamour, etc.
Por segunda ocasión tuve el interés de ver el debate que estos tres personajes del vituperio público y en redes, nos quieren gobernar. Por desgracia, uno o una llevará las riendas de este país bronco.
ZETA tiene ya cuatro décadas y casi un lustro de edad, y se mantiene al margen en noticias, comunicación para darla por publicada, en espera del viernes con la última palabra escrita impresa, con sustento, pruebas, claro, cuidando su integridad; con el título de quien redacta: Investigaciones ZETA.
Xóchitl Gálvez trae de ejemplo a Beatriz Paredes Rangel, ex senadora, ex dirigente del PRI. Usa la misma imagen, ropa de pueblo, chales coloridos, muecas, modos y discurso; se ampara en su vida pasada, sus luchas, su estudio y su pobreza de gelatinera.
Afortunado me siento al haber experimentado y practicado vastos juegos físicos, que tuve la oportunidad de sentirlos. Eran tiempos de relajamiento, diversión y ejercicio físico.
El trampolín político en la flamante 4T es señal inequívoca de tales políticos chapulines, que dejan un cargo y buscan otro, pues se creen seguros de que todos los mayores de 65 años votarán por ellos.
Ellos reciben cada dos meses, con su tarjeta de Bienestar, cuatro mil 812 pesos netos. Pero actualmente tales viejecitos pasan las de Caín. Antes, por tan ansiado monto, los citaban en el Salón Burócratas; después fue en Parque Morelos y luego en el Auditorio Municipal; posteriormente en escuelas, Estadio Chevron, etc.