Han pasado los años, y recuerdo con cariño la preciosa hospitalidad brindada por la familia Rosenfelt hacia mí y la amistad que siempre me ha unido con mi amigo Jorge. Algunos de los personajes de esta historia, que tiene resabios de lo acontecido en la funesta Segunda Guerra Mundial, ya han fallecido.
Recuerdo con especial cariño a mi compañero de escuela Luis Nieto, cuyo papá trabajaba de plomero y que me invitaba a su casa impecablemente limpia, donde la señora Nieto guardaba la colección del Tesoro de la Juventud.
Recibí un cargamento de tenis cafés que habían sido destinados para el ejército de Uganda y que finalmente fueron adquiridos por mí. Envié a Gabo a vender tenis y uniformamos a todos los que se dejaron con los largos tenis cafés, lo que se volvió una broma constante y una leyenda entre nosotros.
Mi casa era pequeñita y estaba en la encrucijada de la calle Segunda y Avenida F, punto céntrico de la ciudad a donde acudían los más pobres correligionarios, que prácticamente no tenían para comer y acudían a recibir gratuitamente los experimentos de la comida de mi madre.
Durante esas cuatro décadas han pasado los siguientes directores, extraordinarios todos, quienes han logrado generosas oportunidades y apoyos de la Secretaría de Cultura a nivel federal: Rodolfo Pataki, Alfredo Álvarez, Pedro Ochoa (dos periodos), Teresa Vicencio, Guillermo Arreola, Virgilio Muñoz, y hoy día Vianka Santana.
Nuevo año, esperanzas y deseos por cumplir. Sueños que vienen y van. De alguna manera, la venida del año nuevo nos produce un efecto de alegría y positivismo. Uno piensa que pasarán cosas buenas y, por qué no, también soslaya los posibles problemas del futuro.
Recibí una lección de generosidad y dulce cariño de aquellos que menos tenían. Fue una lección de por vida que dejó una huella imborrable, que hace que lágrimas acudan a mis ojos en ese recuerdo.
Mueren al servicio de la gloria de Napoleón tres millones de franceses que, en ocasiones, caprichosamente son enfrentados a enemigos imposibles (como la batalla de Waterloo).
¿Quién osa con audacia ir a contar historias de presos a los jóvenes presos, donde se habla de irrumpir las paredes y transportarse a un mundo de creatividad e imaginación? ¿Quién se atreve a decirle a los encarcelados que hay un mundo de esperanza después?