Aun con la escasez de calidad de la mayoría de los candidatos que se disputan algún cargo público en la próxima elección de junio, el electorado tiene opciones: No votar, anular su voto, votar irresponsablemente, hacer un esfuerzo (vaya que si lo es) y analizar detenidamente quién de los candidatos o candidatas podría dar mejores resultados para la ciudadanía; y entonces -diría mi abuela- elegir “al menos peor”.