“No soporto el fraude electoral, ¡son chingaderas!”
-Alberto Peralta de Legarreta. “El Chilangonario, Vocabulario de Supervivencia de la Ciudad de México”
Algunos amigos de la capital nunca han escuchado “Por las Calles de la Ciudad de México” con la Sonora Santanera y Mijares. “Camino por Narvarte, Polanco y la Normal. Mi anhelo de encontrarte me lleva al Pedregal, te busco por la Villa, Guerrero y Tizapán, por la colonia Obrera y no te puedo hallar”.
Creo que, aunque parezca absurdo, el más reciente estado o gobierno creado en este país, fue el Gobierno de la Ciudad de México. Y no precisamente el más democrático que digamos. Teotihuacán siempre fue un imperio azteca; por eso nombres como el estadio o TV Azteca.
Los mexicanos somos tan raros como los rusos, los gringos, los chinos, y los latinoamericanos. A un amigo de Guadalajara le escuché una frase iluminadora: México no es México. ¡Ah, chingá! Expresión plurisemántica, con muchos significados. Lo que sucede en la Ciudad de México no sucede en todo el país. Incluso el Nobel de Literatura Solzhenitsyn (1970), afirma que Rusia no es Moscú.
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A nuestra gente de la Ciudad de México siempre les impusieron regentes; creo que el último fue Camacho Solís, que murió suspirando por la Presidencia de la República, y hasta lo culparon del crimen de Luis Donaldo Colosio. México es México. Hasta que el michoacano Cuauhtémoc Cárdenas, el guanajuatense Porfirio Muñoz Ledo, y muchos seguidores decidieron romper con el PRI nacional y crear el Frente Democrático Nacional. Después de congregar a todos los comunistas y socialistas auténticos, se fundó el PRD, y enseguida Morena.
Mientras a los defeños les pasaba como a Robert De Niro en la cinta “Despertares” (Awakenings), el PAN ya había gobernado Quiroga y Hermosillo (1970). Y Ensenada por un partido socialista. Y en 1989, el ex alcalde ensenadense gobernaría por primera vez un Estado, donde sería sacrificado el presidente y candidato del PRI en marzo de 1994. Y en ese contexto, Enrique Peña Nieto, del Estado de México, sería el último presidente de la República (PRI).
Me sorprendió una filósofa defeña cuando en el Claustro, Sor Juana Inés de la Cruz, en el centro histórico, afirmaba que “la gente de la Ciudad de México tiene la mente fragmentada”. ¡Ah, chingao! Y eso significa que la gente que vive en la capital y que son de todo el mundo y de todo el país, un día le aplauden a Fidel Castro y al Che Guevara; y luego enloquecen con Air Supply y Fleetwood Mac. Ya en diciembre irán a peregrinar a la Villa de Guadalupe, y antes a vociferar contra los gobiernos neoliberales el 2 de octubre, pero no se les olvida su viaje a Magic Mountain y Disneyland.
Dice la doctora que para no pagar tanta luz, pues hay que gastar menos luz. Y Trump y Putin, se van a poner de acuerdo sobre la guerra en Ucrania, pero sin tomar en cuenta a Zelenski, ni a la OTAN y la UE.
En USA hay masacres constantes en centros comerciales, donde civiles con fusiles de asalto asesinan a quien se les atraviese. Y ellos quieren pacificar la tierra en cualquier continente dizque para promover la democracia. De la hipocresía se pasó al cinismo de los populistas. En todo el mundo y en todo México. Uno de los mayores expertos en el tema del Holocausto Judío, israelita él, considera que lo que está haciendo Netanyahu en Gaza-Palestina, es un genocidio. Como aquella hambruna de 1930 en Ucrania, donde murieron casi seis millones de ucranianos de hambre, teniendo los graneros llenos de trigo.
Vivimos entre el cinismo y lo absurdo.
Germán Orozco reside en Mexicali, B.C.