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viernes, junio 27, 2025
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Enfrentándose al cavernícola

La semana pasada fue una movida en la agenda de César Bono. A sus 74 años, el actor y comediante mexicano se mantiene activo, superando problemas de salud en los últimos años que si bien repercutieron en su movilidad, no así en su pasión por su quehacer actoral.

No es sorpresa entonces que en 2024, tras un hiatus de dos años, regresara a uno de sus papeles más reconocidos cuando se anunció el fin de “Defendiendo al cavernícola”, adaptación de la puesta en escena de Rob Becker, cuyas más de cinco mil funciones en 24 años demostraron la longevidad del monólogo humorístico en México y alrededor del mundo.

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Tras su paso por Mexicali y Tecate, Bono se presentó dos noches seguidas en Tijuana, una hazaña que ni en el Nuevo Teatro Libanés, en Ciudad de México, donde continúa presentándose cada lunes, realiza.

Así, el viernes 20 de junio las luces del Foro Jai Alai se apagaron a las 8:20 p.m. con un video introductorio a una premisa que emplea la figura del cavernícola para explicar estereotipos y roles de género. “El cavernícola fue el primer hombre, del que descendemos todos”, “Es muy difícil entender lo que el cavernícola trabaja de decirnos, pero claro que quería decirnos algo”, fueron algunas frases iniciales del monólogo de Bono, quien no mintió cuando, al anunciarse su regreso, explicara que su bastón se convertiría en un prop más de la obra: porque sí, ver a Bono caracterizado como siempre lo hizo, pero ahora con un bastón que funciona a modo de arma “cavernícola”, remite a la fuerza incontenible del histrión, que aún con la mano izquierda “plástica” (como él mismo bromea), y pasos contenidos, por momentos pareciera salirse de sí mismo, en una explosión de energía que a ratos bajaba, pero que siempre hacía olvidar al bastón como mero apoyo, o la quietud de su cuerpo, convirtiéndose estos en los recursos actorales precisos para la obra.

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A lo largo de hora y media, Bono se remitió al pasado y presente para advertir sobre las diferencias entre el hombre (el cavernícola moderno) y la mujer, en diálogos que indudablemente generan risas, aprovechando las respuestas del público para generar interacciones particulares, así como la infinita referencia a Patricia, figura presentada como su esposa (inspirada en su ex esposa en la vida real), así como anécdotas y uno que otro instante con mayor seriedad.

En el guion, aunque mantiene referencias del centro del país, y momentos que remiten a una letanía irónica, en las funciones de la frontera también hizo alusiones a la región, incluyendo una broma sobre querer leer el periódico ZETA y que justo al ponerse a leer, le interrumpa su mujer. En una escenografía fija, apoyada por luminaria que cambia de color según las emociones, el cavernícola moderno se pasea y recuerda, sea en el sofá junto al cesto de la ropa, volteando a las telas que fungen como pantalla audiovisual, o acercándose a la televisión al otro extremo, espacios transitados por Bono, y que quizás pudieron haber estado más juntos entre sí, pues el actor mayormente se mantuvo en un hemisferio del escenario; y aun así llenaba el lugar, exigiendo la atención del público con sus modulaciones de voz y hasta giros del “hacha”, y que tampoco perdería el tiempo para críticas políticas a los ex presidentes, que generaron carcajadas inmediatas. “Sin cero, malhablado, los políticos me valen madre”, o “Amor con amor se paga”, añadiría.

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No hay una razón exacta de por qué  la obra cierra, pero lo cierto es que si hubiera un momento para bajar el telón por todo lo alto sin cambiar el concepto del monólogo, sería justo éste, pues el rango de edad del público y su buena recepción responde a imaginarios que técnicamente ya están siendo rebasados por nuevas generaciones, pero, paradójicamente, se han transformado en otros que continúan aportando a la gran incógnita binaria de cómo “con todas las diferencias, encontrar la manera de estar juntos, ser felices”. Dirá el guion que “saber cuándo hay que cazar, cuando hay que recolectar”, ante una comparación recurrente en el monólogo que alude a que las mujeres históricamente sean capaces de enfocar simultáneamente varias cosas, mientras los hombres requieran focalizar de una en una.

“Yo vi un cavernícola moderno tratando de decir te amo”. La adaptación de Jaime Materredona no podría haber tenido mejor momento que el regreso del defeño, cuya  credibilidad nunca es puesta en duda, y que a pesar del monólogo, más que burlarse de los hombres,  o de, al contrario, intentar defenderlo (como pareciera), al final expresa una crítica implícita precisamente a superar esos estereotipos, roles y prejuicios que la sociedad impone desde la infancia.

“Dicen que las mujeres hablan siete mil palabras al día; los hombres, dos mil… entonces aquí ya hablé hasta el año 2380”. Alejándose a las 10 p.m. lentamente de un Foro que aunque no estaba lleno, sí se puso de pie al completo, Bono volvió a CDMX habiendo enunciado miles de palabras, más las tantas más que continuará dando hasta el último aliento del cavernícola, entre las funciones restantes en el Teatro Libanés y las que restan de una gira que dice adiós; pero también repleto de aplausos ante audiencias que vieron a un actor que no le teme a mostrarse, y que tiene mucho por seguir dando.

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