“El ejército burgués en general es la burguesía armada hasta los dientes,
que se yergue frente al proletariado y las masas populares”.
–Enver Hoxha. Eurocomunismo es anticomunismo (1980). P. 282.
El pasado 23 de junio durante un acto de inauguración de un nuevo cuartel de la Guardia Nacional (GN), en el estado de Oaxaca, la próxima cabecilla del régimen absolutista de la “4T”, Claudia Sheinbaum, exaltada, ante decenas de militares vociferó: “¡Larga vida a la Guardia Nacional!”.
¿Qué significa predicar “larga vida” a la Guardia Nacional?
Tal predicamento no es otra cosa que el asentimiento de la burguesía imperialista para que perdure la militarización en nuestro país. Militarización que “no ven” los “comunistas” del FPR, ni los trotskistas del PCM, ni otros de la misma ralea. Y que mucho menos tienen la valentía de denunciar.
Sheinbaum declara, sin pelos en la lengua, que el Estado de sitio, el constante patrullaje de la soldadesca en vehículos artillados, los innumerables retenes; además las ejecuciones “extrajudiciales”, los allanamientos de morada y el toque de queda nocturno, proseguirán.
Por lo tanto, podemos resumir que las vejaciones a la población, la intimidación, los continuos asesinatos a mansalva y las horrorosas masacres (como las de Nuevo Laredo, y las recientes de León Guanajuato y San Luis Potosí) no cesarán. Todo este terror nazifascista bajo el raído manto justificativo de “Guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico”.
La susodicha “Guardia Nacional” es una criatura hitleriana que fue parida por el actual régimen autocrático del partido Morena en marzo de 2019. Guardia nazi cuya creación fue aprobada por todos los partidos y por todos los gobiernos estatales. “Izquierda” y derecha unidos para salvaguardar al Estado colonial burgués.
Ni la satrapía priista, régimen criminal de horca y cuchillo que tiranizó al pueblo por décadas, llegó al extremo que ha llegado la “izquierda socialista” de la maldita “4T”.
Desde mucho tiempo atrás la pequeñaburguesía democraticoide se había mantenido contraria a la militarización del país. Argüía que México no era un cuartel y que la soldadesca debería permanecer en su respectivo cubil.
El colmo de los desvaríos de la mesocracia fue cuando los “poderes fácticos” (así les llama la despreciable socialdemocracia a los omnipotentes capitalistas y trusts bancarios) entronizaron en la presidencia al “socialista” López Obrador (el cuento de los “30 millones” de votos que lo crea quien quiera creerlo). En aquel momento la posición de la pequeñaburguesía giró en redondo. Ahora la militarización del país era “buena” porque al frente del nuevo régimen estaba un hombre de “izquierda”. Un “socialista”.
La clase media que antes repudiaba el militarismo ahora lo glorificaba. Los escupitajos que le arrojaron al gorilesco régimen militar del panista Felipe Calderón ahora los lamen sin escrúpulo alguno.
Siempre hemos sostenido que la guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico es una fábula árabe. En realidad, el Estado marcial implantado es una guerra contra el pueblo en general y contra los esclavos asalariados en particular. Es la pretensión de tener amordazado y atado de pies y manos al proletariado. Aterrorizado. Para que no se una, para que no se organice, para que no se subleve.
El crimen organizado es un engendro consubstancial del sistema capitalista expresión inequívoca de su putrefacción y su decadencia. La autocracia gubernamental trata de evitar aquellas manifestaciones del crimen organizado que le crean problemas y que son motivo de preocupación para la clase rica. Pero al mismo tiempo lo fomenta y utiliza para suscitar el pánico entre el proletariado que vive en la miseria.
Los gritos de Sheinbaum de “larga vida al ejército” no entrañan otra cosa que el intento de perpetuar la militarización del país. Para procurarles tranquilidad a los explotadores.
Los inversionistas-imperialistas reclaman “orden” y seguridad para poder chuparle la sangre, a discreción, a la juventud proletaria. A los esclavos contemporáneos. El que la burguesía capitalista cuente con un ejército pretoriano y una policía kaibil, con modernas y poderosas armas, no significa que los capitalistas sean imbatibles.
Los millones de pobres son una mole invencible. No hay fuerza en el mundo que pueda derrotar a la clase obrera cuando ésta ha sido organizada y es sabiamente dirigida por enérgicos y valerosos revolucionarios. Por verdaderos hijos del pueblo.
Solamente el coloso proletario posee la fuerza para aplastar a cualquier ejército o policía por feroces que aparenten ser. Ahí está la historia de testigo. Ayer Vietnam y hoy el heroico pueblo palestino. Tan sólo por citar dos ejemplos.
Todo lo que hace falta es disponer de un partido revolucionario comunista intrépido y perseverante. Que anime y levante a los millones de obreros adormecidos. Partido que no tendrá que ser un partido electorero sino una organización revolucionaria espartana. Dispuesta a vencer o morir por la causa. Parecido o mejor que la gloriosa Liga Comunista 23 de Septiembre. Partido revolucionario que tendrá que ser forjado al fragor de la lucha.
Que el régimen absolutista de la “4T” vocifere todo lo que quiera. Que glorifique a sus fuerzas armadas. A sus desalmados gorilas. Que los “asesores” gringos e israelíes continúen afilándoles garras y colmillos. Nada, absolutamente nada podrá detener al pueblo cuando se insurreccione. Cuando se levante en revolución.
De lo que sí estamos seguros es que la autocracia de la maldita “4T”, junto con sus kaibiles policiacos y militares, irá a parar al basurero de la historia. Y cuando se les recuerde será sólo para maldecirlos.
Atentamente,
Javier Antuna.
Tijuana, B.C.