Arkasha Stevenson es responsable de esta precuela a la trilogía setentera-ochentera que contó cómo el anticristo se habría incrustado en la sociedad de aquel entonces.
Pero esta directora tuvo otra idea en mente cuando, en vez de tener un macabro personaje que ataca a la iglesia, ahora es la institución religiosa la que se desmorona desde adentro, con referencias claras al abuso sexual de menores y las leyes antiaborto vigentes ahora en Estados Unidos desde la era Trump.
Para elaborar esta muy velada crítica está Nell Tiger Free interpretando a Margaret, que viaja a Roma para confirmar su fe y ordenarse como monja en un antiguo convento, pero se encuentra con Carlita (Nicole Sorace), una perturbadora adolescente a quien le advierten no debe acercarse.
Ese es el principio del fin de esta historia que se narra con constantes sobresaltos y una gran atmósfera, en donde la iluminación tenue con velas prepara muy bien las aterradoras escenas que también a ratos parecen evocar el clásico “El bebé de Rosemary”.
Al final, la película termina siendo predecible; sin embargo, cumple su propósito con creces de erizar la piel y mantener al espectador en vilo -aterrorizado, pues- hasta su catártico desenlace. ***
Punto final.- Una gran recomendación en Netflix: “Close”.