Hay quienes dicen que la decisión se tomó por un tema de salud, la clásica excusa en política y gobierno, y quienes insisten que fue por no prestarse a ciertas demandas extraoficiales alejadas de lo regular, pero la realidad es que a Gerardo Solís le tocó la serpiente en el juego de mesa del Gobierno de Baja California y debió descender varias casillas en la estructura de la administración pública morenista en el Estado que comanda la mandataria Marina Ávila Olmeda. Efectivamente, el miércoles 19 de junio la gobernadora dio a conocer cambios en su gabinete para la segunda mitad de su sexenio. Nada profundo, los convenencieros que dejaron el “servicio público” estatal para buscar un cargo de elección popular que perdieron, regresaron a seguir en la nómina, como la secretaria del medio ambiente, la a veces morada, a veces verde y a veces guinda, Mónica Vega, quien parece solo se fue de vacaciones políticas para acompañar al vástago del ex reo de El Hongo, Juan Carlos Hank, en su intento por ser senador (fueron derrotados en pareja), entre otros. Pero a Solís, que era Secretario de Educación, lo degradaron a director de los Colegios de Bachilleres del Estado de Baja California (Cobach). Área que, por cierto, estaba bajo su facultad como titular de Educación y ahora debe reportar a quien lo sucedió en el cargo. Quienes dicen el enroque fue por salud, aseguran que Solís tuvo un percance físico y que la carga laboral al frente de la secretaría era harta: más de 2 mil planteles escolares, negociaciones con sindicatos, mientras en el Cobach sólo debe atender los temas en 54 planteles de educación media. Pero aquellos que presumen una movida política, refieren que a Solís lo bajaron de puesto por no atender ciertas peticiones para sacar provecho de las arcas, lo cual, con su ausencia, podrá realizarse con toda libertad y dominio. Ya se verá en el manejo futuro de la secretaría cual fue la verdadera razón, pero, como sea, Solís fue degradado.
Publicidad
