Dos hombres platican mientras toman unas cervezas:
— No hay que confiar tanto en las encuestas, compadre.
Publicidad
“Ah, caray. ¿Por qué lo dices? ¿Qué sabes o qué?
— Un amigo llamó a 200 personas entre las dos y cuatro de la mañana para preguntarles sus preferencias electorales. ¿Qué crees que respondieron?
“Ni idea…”.
Publicidad
— Que votarán por su amolada progenitora, ¡y ella ni siquiera es candidata!
Autor: Un encuestador que viste de guinda.
El perro del loco
Un loco pasea una piedra atada a una cuerda, en eso se le acerca el director del centro psiquiátrico, que ya está harto de tanto loco:
— Qué, paseando al perrito, ¿no?
“Cuál perrito, ¿no se da cuenta de que es una piedra?”.
— Muy bien, y para que vea que nosotros somos sensibles a las mejoras de nuestros pacientes, le voy a dejar en libertad.
El loco sale a la calle con su piedra, en eso voltea y exclama feliz:
“¿Ves lo que te dije, Firulais? Si no ladrabas, ¡los engañaríamos!”.
Autor: Un incipiente estudiante de psicología.
SAIPE
Me acaban de diagnosticar con SAIPE: Síndrome de Atención Inexistente Provocado por la Edad.
Usualmente estas son las manifestaciones:
– Me estoy tomando una Coca-Cola bien fría, así que decido lavar el auto. Al ir a la cochera, veo que hay correo en la mesita de la entrada. Reviso las cartas antes de lavar el auto; dejo las llaves del auto en la mesita, voy a tirar los sobres vacíos, la propaganda en el bote de basura… y me doy cuenta que está lleno.
– Decido dejar las cartas (entre las que hay un recibo por pagar) en la mesita y sacar la bolsa de basura. Entonces pienso que ya que voy afuera, puedo pagar el recibo con mi tarjeta ya que el banco está a 50 metros de la puerta.
– Saco del bolsillo la tarjeta y recuerdo que casi no tengo saldo en esa cuenta. Voy al escritorio a buscar mi otra tarjeta y encuentro sobre la mesa la soda que me estaba tomando y se me había olvidado. Saco la lata para que no se vaya a derramar sobre los papeles y me doy cuenta que se está calentando, por lo que decido llevarla al refri.
– Al ir hacia la cocina, me fijo que el jarrón de flores de la cómoda de la entrada está sin agua. Dejo la Coca sobre la cómoda y por fin encuentro los lentes para ver de cerca qué estuve buscando toda la mañana. Decido llevarlos a mi escritorio y después poner agua a las flores. Llevo los lentes al escritorio, lleno una jarra de agua en la cocina y de repente veo el control remoto del televisor. Alguien lo olvidó en la mesa de la cocina.
– Me acuerdo que anoche lo estuvimos buscando como peneques, decido llevarlo al cuarto de la TV, donde debe estar, en cuanto ponga el agua a las flores. Echo un poquito de agua a las flores y la mayor parte se me derrama por el suelo; vuelvo a la cocina, dejo el control remoto sobre la mesa y agarro unos trapos para secar el agua, ya con algo de corajito.
– Voy primero al baño y en el pasillo me detengo, tratando de acordarme qué rayos es lo que quería hacer con esos trapos hediondos.
– Al final de la tarde, el auto sigue sin lavar, no pagué el recibo, el bote de basura está lleno, hay una lata de Coca-Cola caliente en la cómoda, las flores siguen sin agua, sigo buscando la tarjeta del banco que sí tiene saldo, no encuentro el maldito control remoto de la tele ni mis lentes para ver de cerca, hay una fea mancha el piso de la entrada y no tengo ni idea de dónde están las llaves del carro.
– Ah, ¡y traigo un trapo apestoso en la mano!
– Me quedo pensando cómo puede ser que, sin haber logrado nada en toda la tarde, haya estado siempre acelerada y ahora me siento tan cansada.
Autora: Tijuanense que pernocta en Rosarito.
El viaje de un tacaño
Un tacaño cargado con 10 maletas para un taxi y pregunta al conductor:
— ¿Cuánto cuesta ir al aeropuerto?
“300 pesos”.
— ¿Y con las maletas?
“Esas van gratis”.
— Pues llévese las maletas y yo voy caminando.
Autor: Otro codo.
