“Ahora lo verás huarache, ya apareció tu correa. Refranes mexicanos”.
–Luis Sandoval Godoy.
La campaña electoral 2018 estuvo marcada por la fuerza ciudadana atraída o manipulada por la religiosidad popular, tanto que Morena fue registrada como partido político en el IFE, un 12 de diciembre (2017). Casi casi como si fuera aquel Partido Católico Nacional del que estaba enamorado el poeta ex seminarista Ramón López Velarde (1888-1921).
En Estados Unidos gobierna Joe Biden, un segundo presidente abiertamente católico como John F. Kennedy; pero no administran una República químicamente pura, aunque muchos gringos republicanos son puritanos, lo que en la izquierda o la derecha origina un lenguaje que hay que reconocer. Biden trae en su muñeca, un Rosario Mariano, en memoria de su primera esposa e hija fallecidas. A pesar de su Fe, el demócrata está atado políticamente al crimen del aborto, razón por la que se le privó de comulgar (asunto que al parecer ya se corrigió).
Lo más complicado y lo más admirable para una persona, en especial para un político, es no sólo su cercanía con Dios, sino el reconocerlo en el prójimo. Incluso como se dice de los poderosos, son tan pobres algunos ricos, que lo único que tienen es su riqueza. Bienaventurados los pobres de espíritu. Se puede ser rico y servir a los necesitados, reconocer a Cristo en el necesitado.
Es célebre la anécdota de un poderoso que, viendo a la Madre Teresa de Calcuta limpiar y besar las heridas de un enfermo pobre, el fulano le dijo a la religiosa: “Yo no haría eso ni por un millón de dólares”. “Tampoco yo ni por dos… Yo lo hago por amor a Cristo en la persona del necesitado”, le respondió.
De pronto en las mañaneras, el Presidente exhibe un escapulario del Sagrado Corazón de Jesús diciendo: “Detente enemigo, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo”. Y se ríe a mandíbula batiente, se siente protegido. Molestos por ello, dos doctores en Sociología por la Sorbona de Paris, le han dedicado el libro AMLO y la Religión. Roberto Blancarte y Bernardo Barranco refieren que en campaña el líder tabasqueño afirmaba: “Soy Católico, pero cristiano por los votos”.
En la Hermosa Provincia, sede de los hermanos de la Luz del Mundo, políticos de todos los partidos buscaban votos, entre ellos el gobernador Alfaro de Jalisco, y la mismísima Margarita Zavala de Calderón. En la guerra, y en el amor todo se vale.
Por más religioso que sea un político, embrutecido por los vicios no ya del cuerpo sino del alma (o ambos), en el juicio, será condenado en el Infierno. Que para muchos no existe, quizás por estar muertos en vida.
Para el poeta Octavio Paz, la historia es el lugar de la prueba. San Agustín descubre que ciertamente hay tres formas de Resurrección: “Practicaron el mal porque han vivido mal; y han vivido mal porque no han resucitado en la primera resurrección, la que tiene lugar ahora, o quizás no se mantuvieron hasta el final en esa nueva vida adquirida”.(La Ciudad de Dios, “El Juicio final”. XX,6).
En el actual proceso electoral 2024, no se ha tocado el tema, aunque todo el mundo sabe que Claudia Sheinbaum es judía de raza (y de religión quién sabe). Xóchitl Gálvez, viviendo en Iztapalapa, nunca se asomó al ya bicentenario Viacrucis de Iztapalapa. En la Semana Santa se van de México-Tenochtitlán: la contaminación y la gente y el ruido, y se convierte -eso sí- en La región más trasparente, y se pueden divisar arriba de las nubes y nevados a don Goyo y la Mujer Durmiente. Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
El Semanario Católico de Guadalajara publicó recientemente, que cuando el Presidente López Obrador visitó a los Obispos mexicanos reunidos en Asamblea Plenaria, al presentarles la realidad -sus datos-, extrañados le expresaron “¿De qué país está hablando?”. Diría santo Tomás de Aquino sobre la Verdad: “Es la adecuación del intelecto a la realidad”. Diría el padre Campitos: “El corazón a Dios, el ojo al peso, y el lomo tieso”.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.