La camelia de su patio,
alegre bajo la lluvia,
le brinda sus lindas flores;
acuarela ante a la luna.
Una mozuela ya no es
con paso de primavera,
pero su belleza es fina
y su garbo de gacela.
Al salir hoy a su patio
se acordó de aquella niña
que corría por el campo
recogiendo florecillas.
Amarilla flor de anís
y las estrellitas blancas;
maravillas de colores
que le alegraban el alma.
Miraba hacia todas partes
con su mirada inocente,
quería pintar el mundo
con su amor y sus pinceles.
El tiempo se fue pasando
y este día se conforma
con visitar su jardín
e inhalar su fresco aroma.
La camelia le sonríe
y la impregna de nostalgia;
muchos febreros pasaron
que fueron dejando marca.
Sobre aquel antiguo piano
una camelia coloca
mientras las teclas desfilan
con sus notas melodiosas.
Lourdes P. Cabral.
San Diego, California.