El agua será el recurso más estratégico, codiciado y disputado del futuro, tanto por su relativa escasez y su concentración en unos pocos puntos del planeta, como por el hecho de que, a diferencia de otros bienes, la vida es imposible sin ella.
Los datos duros demuestran que ese futuro nos alcanzó. Hoy es imposible ignorar la importancia de priorizar leyes y formas de organización social que garanticen su distribución racional y equitativa, lo cual sólo puede lograrse protegiéndola como un derecho humano inalienable, ajeno a las lógicas depredadoras y privatizadoras capitalistas neoliberales. La crisis hídrica se profundiza en más de la mitad del territorio. Únicamente 124 municipios en todo México y cuatro entidades federativas aún no reportan afectaciones graves por algún grado de sequía.
México enfrenta su peor crisis de desabasto de agua en su historia; según la Comisión Nacional del Agua (Conagua) más del 65 por ciento (mil 613) de los 2 mil 471 municipios del país atraviesan un escenario de sequía, y las reservas en las principales urbes escasean. Sin embargo, las autoridades no han anunciado políticas para garantizar el vital líquido a más de 126 millones de personas.
Durante la primera quincena de 2024, el porcentaje de áreas con sequía de moderada a excepcional a nivel nacional fue de 61.59 por ciento, o sea, 6.75 por ciento mayor que lo cuantificado a finales de 2023.
Actualmente 28 de las 32 entidades federativas presentan algún nivel de sequía en más del 50 por ciento de su territorio. Sonora, Chihuahua, Durango y Querétaro son los que hoy pegan más duro los casos de sequía grave, extrema y excepcional.
Mientras que en Nuevo León, Jalisco y Ciudad de México –las metrópolis del país– el panorama oscila entre anormalmente seco y sequía severa. Sólo Baja California, Baja California Sur, Colima y Quintana Roo, afirman las autoridades que tienen la mayor parte de su territorio por ahora, pues hay con crecientes deficiencias en verano sin problema de sequía extrema. Para allá vamos, de no tomar oportunas medidas.
El problema es grave y estructural: más allá de las deficiencias que pudieran tener las autoridades de la CONAGUA, CESPT y de las conocidas pérdidas por fugas, robos, tomas clandestinas de empresas y particulares en contubernio con autoridades, el impune huachicoleo del agua y usos irresponsables, abusivos y negligentes, el hecho es que en las últimas décadas la clase media alta, encerrados en su burbuja, sólo con protestas y manifestaciones, se percatan del problema que los trabajadores y marginados.
El año pasado el desabasto fue extremo en Monterrey, que se declaró asunto de seguridad nacional, y en Morelia ha dejado de operar casi uno de cada cinco pozos por falta de lluvia en 2022 y 2023. En Michoacán proponen aumentar la profundidad de pozos de extracción, lo cual elevaría el costo del líquido en 50 por ciento; sólo pospone la crisis, ya que sin precipitaciones los nuevos hoyos corren el mismo destino.
Las consecuencias de las sequías son múltiples. En 2021 llegó a afectar a 85 por ciento del territorio, con saldos como la muerte de miles de cabezas de ganado y una caída en las cosechas de otoño-invierno de hasta 80 por ciento respecto a lo previsto. La ruina de las cosechas se ha vuelto de una exasperante cotidianeidad para los agricultores de vastas extensiones del país, desde Tamaulipas hasta Michoacán, y en estos momentos hay entidades donde 90 por ciento de la superficie está afectada por la aridez.
Las sequías y escasez de agua derivadas del calentamiento global también provocaron una caída de 40 por ciento en la generación de energía hidroeléctrica en México en 2023, situación que aleja la generación de energías limpias a la CFE.
El marco legal irracional e inhumano que tolera a corporaciones y personajes influyentes disponer a su antojo del líquido sin importar la necesidad que de él recurso tenga millones de habitantes, esa avaricia opera el desastre. Es indignante, que ante la escasez actual las autoridades sólo puedan exhortar a los dueños de los cientos de campos de golf a no usar agua potable, sino reciclada para regar sus instalaciones, pues el régimen de concesiones impide desviar el abastecimiento de este uso ofensivamente suntuario a miles de hogares que lo requieren urgentemente.
Indigna que el ex presidente Vicente Fox haya usado sus influencias para asignarse a sí y a sus familias títulos de concesión con los que se apropian del agua disponiendo de ella a su antojo.
(Con datos del Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua)
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com