En su época de gloria, la mansión entre Avenida de Las Américas y Calle Ottawa del fraccionamiento El Paraíso en Tijuana, albergó a Benjamín Arellano Félix y a su familia. Cuenta la leyenda criminal que aparte de todos los acabados de lujo clásicos de los narcotraficantes en los ochenta y noventa del siglo pasado, tenía en el sótano un boliche para distraerse de tanta muerte e inseguridad. Hace unos días, la casa que fue del narco, luego confiscada, después recuperada y posteriormente vendida, fue derruida hasta los cimientos. En el terreno se levantará una torre de departamentos para borrar una de las épocas más inseguras y terribles de la frontera.
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