“Los mexicanos que han sufrido carencias ancestrales, ahora tendrán que aprender
a administrar la abundancia”. –José López Portillo, 1978.
Las promesas no cumplidas de los políticos, no son quizás mentiras o demagogia; son expresiones de obras prometidas al pueblo en un momento de euforia apasionada, que mueve a las personas a creer en algo que después les decepcionará o convertirá en indiferencia ciudadana.
Al calor del proceso electoral 2018, se quería erradicar de La Rumorosa los generadores de energía eólica por antiestéticos; La norma internacional pide que sea azul el color de la tubería, tanto como las señales para discapacitados, pero irracionalmente se pintó color arena parte de la tubería que transporta el agua del Colorado a ciudades como Tecate, Tijuana y Ensenada.
Una carretera de cuatro carriles con acotamiento comunicaría Ensenada con Cabo San Lucas -¡promesa 2018 no cumplida!- para desarrollar la Península Bajacaliforniana y aprovechar aún más la cercanía con California.
La única carretera que comunica México con Baja California y California debe atravesar San Luis Río Colorado, Sonora, por la carretera federal, donde multa la policía municipal, la avenida Obregón; hará 30 años que el municipio recibe millones de pesos que se comparten con Sonoyta, Puerto Peñasco, no así con Mexicali. El municipio no se entiende del mantenimiento de la Obregón por ser una “vía federal”, aunque la mayoría del transporte proveniente del país si debe pagar, desde hace 60 años, la cuota de peaje por usar “El puente de oro”. Los residentes que no traen calcomanía, en rebeldía por el cobro, no se detienen, diciendo “Ya pagué muchos años”.
Gobiernos van y gobiernos vienen, y un libramiento como el de Mexicali-Centinela, jamás se ha concretado; es una Promesa No Cumplida, por todos los políticos de todos los partidos. Con los ingresos millonarios de las cuotas del “Puente de Oro”, las autoridades municipales que reciben el dinero, al menos deberían reparar las jorobas que dañan la suspensión y las llantas de quienes pagan injustamente y sin ningún seguro o servicio.
Juan Manuel Molina, diputado bajacaliforniano, alguna vez intentó exigir al Gobierno de Sonora, compartir los ingresos del Golden Gate sanluisino. Otra Promesa No Cumplida.
El único camino entre Baja California y México, es cruzar por la carretera Mexicali-Sonoyta. A la congestionada y atrofiada avenida Obregón, hay que agregar el tránsito local, el sacrificio de los transportistas y autobuses de pasajeros.
En el retén militar Cucapah, y luego el viacrucis de la salida cotidiana de cientos de vehículos, el embudo aduanal mexicano debe esperar una o dos horas para ingresar al país. Por el mismo cruce del tráfico San Luis-Tijuana. Un auténtico caos: De Baja California al interior del país, hay que cruzar el tráfico local y nacional; se junta en la calle primera y Obregón, con los que vienen diario del otro lado; y no se desespere porque algún despistado se le ocurre dar vuelta en zona prohibida y detiene los grandes tráilers de doble rodado.
“¡Dale gracias a Dios!”, me dice un buen amigo, “que nunca, nunca, esos camiones que transportan gas, gasolina o químicos peligrosos, nunca ha tenido un percance al cruzar la congestionada ciudad”. ¡Promesas No cumplidas!
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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