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viernes, febrero 16, 2024
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La crisis de la prisión en México (Tercera y última parte)

“Un instante aún y habrás olvidado todo; un instante todavía y todos te habrán olvidado”. -Marco Aurelio.


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En la práctica, la prisión va acompañada de la restricción de muchos derechos, que en la vida carcelaria se convierte en beneficio que discrecionalmente se otorgan o se niegan; y en el mejor de los casos, son utilizados como moneda de cambio para promover un “comportamiento disciplinado”.

La masificación de los internos rebasa la infraestructura carcelaria y el gobierno de los presos hacen que se dificulte la bandera de la reinserción; entonces se aspira, cuando menos, a que la cárcel no desasocie a pesar de las reglas mínimas para el tratamiento de los recursos aprobadas por las Naciones Unidas, en las que incluso se reconoce que las reglas no pueden aplicarse en todas partes y en todo tiempo porque existe una gran variedad de condiciones jurídicas, sociales, económicas y geográficas en las distintas partes del mundo; sin embargo, deben de servir para estimular el esfuerzo permanente para contrarrestar los obstáculos.

Lo cierto es que la prisión es un reflejo de la sociedad que está en libertad, lo que revela la existencia de una crisis de la ideología del tratamiento penitenciario en el que la huella del derecho penal del enemigo muestra su presencia y su dominio.


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Las condiciones en que se encuentran y operan las prisiones hablan de la sensibilidad social y de la magnitud del respeto por la dignidad por parte de los gobiernos estatales. Hoy en día, la cárcel se ha resistido a despojarse de la represión física, reducción a servidumbre, extorsión y dominio de una clase dominante que gobierna y llena los bolsillos de los servidores públicos penitenciarios desde el primer y hasta el último nivel. La crisis de la prisión se extiende a la crisis del derecho penal y de la justicia, y muestra su cercanía a todo aquello que lastima. Hace no muchos años, Luis Jiménez de Asúa afirmó: “La historia de la prisión es la historia de una gran crítica y mediación”.

El reo es el enemigo que fue vencido en un combate formal y litúrgico contra la sociedad, en el cual el Estado lo ha vencido, lo ha derrotado en una estrategia judicial y ha reducido el resto de su vida a la calidad de prisionero.

La condición de estos reos, hombres desnudos, le habla a la sociedad, de sus grandezas y de sus miserias.

Hace poco tiempo, todavía frente a la entrada de la Penitenciaria del Estado en Tijuana, existían unas oficinas de amigos de las personas en calidad de reos; era un organismo que por supuesto no recibía, y sí funciona todavía (que estoy plenamente seguro que no recibe ayuda oficial), y se trataba de entrevistarse con los internos que pronto obtendrían su libertad para tratarles de conseguir trabajo, avisarles a sus familiares de su pronta libertad; y era tal la ferocidad de las autoridades, que al salir los internos en libertad, aproximadamente entre medianoche y dos y media de la mañana, salían caminando de la prisión hacia el Blvd. Díaz Ordaz, en donde eran detenidos por la Policía Municipal para ver la posibilidad de obtener un dinero de ellos. Y cuando no lo lograban eran remitidos a la cárcel administrativa, por vagar en la calle sin identificación alguna.

Esa práctica revela claramente que un interno no tiene ningún valor para la sociedad. Que el haber logrado salir de los pantanos de la insalubridad y del peligro que representa la cárcel no merece el reconocimiento de quienes vivimos en libertad. Es lamentable reconocerlo, pero la prisión se convirtió en un recurso que es una pena anticipada y sobreutilizada. El número de personas detenidas sin condena es creciente. Sus condiciones son vergonzosas e inhumanas; entretanto, los altos funcionarios viajan cada casi fin de semana a la Ciudad de México, a la grilla electoral, o se van a Europa, o a Asia, Nueva York, o al lugar que no conocen al desnudar su falta de moralidad, mientras muchos hombres se pudren en la prisión.

Benigno Licea González es doctor en Derecho Penal y Derecho Constitucional; fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa” y actualmente preside el Colegio de Medicina Legal y Ciencias Forenses de B.C.

Correo: liceagb@yahoo.com.mx

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