La Biblia católica (y todas), en el Libro de Jeremías, 17:5, del Antiguo Testamento, nos enseña “Maldito sea aquel que fía en hombre” y en 17:7 “Bendito aquel que fía en Yahveh”, para que entendamos que ser idólatras es ser ciegos necios. He mencionado que hay políticos de varios niveles: malos (por inútiles o perversos), mediocres (e incompetentes) o hábiles (algunos hasta estadistas para sus países y con la gran cualidad de hacer de lado sus ambiciones). Los politicastros, en cambio, son megalómanos patrioteros que no aceptan sus fallas y causan daños.
Purgamos el pecado por ser viles idólatras ciegos irracionales. Parece una epidemia mundial. En E.U. han tenido al populista de Trump, ególatra obsesivo que todo se le cumpla. En China, el autócrata dictatorial Xi Jin Ping. En Rusia, Putin, nacido en 1953, época comunista leninista-estalinista invasora de Alemania, Checoslovaquia, Hungría, y Afganistán, obcecado en imponerse a la fuerza bruta; ha invadido Ucrania. López Obrador, nacido igual en 1953, entró al PRI en 1968 e igual cree fanáticamente que como mandamás jefe de estado, está por encima de todo; soborna al Ejército y va contra la clase media “fifí”. Los cuatro cuales mandamases cegados de dar órdenes.
Y mientras México siga como país donde se idolatre a hombres (y peor a políticos), como dice San Lucas (6:39) “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?”, los mexicanos seguiremos inevitablemente hundidos a caer en sus engaños de demagogia, corrupción, crimen y defraudación. Por eso al repasar y analizar con lógica racional, en vez de como borregos tercermundistas, la abrumadora indiferencia a la ridícula “consulta” de revocación a nivel país; luego las marchas ciudadanas en defensa primero del INE -pero al que ya dejó debilitado- y después por la Suprema Corte; y hoy con el creciente descrédito de la militarización.
Trágicamente la experiencia en México nos ha enseñado hasta el cansancio, al cerrar cada sexenio, que los politicastros en su inmensa mayoría no aspiran ni procuran ser sanos servidores públicos; al contrario, como mandamases sólo ambicionan “el año de Hidalgo” con ciega demencia, y saquear sin escrúpulos las arcas públicas cada vez peor, dejando tras de sí una sensación de fracaso, amargura y desilusión.
Esta es la cuarta vez en mi vida que veo repetirse la película del país de mentalidad tercermundista rumbo al abismo -por ciego e idólatra necio-, arrodillado a un profeta que seduce con regalar riqueza sin trabajar. En todos los casos el peso ha aparentado ser divisa estable:
1.- Echeverría, el populista ególatra de izquierda que tras masacrar estudiantes en 1968 y 1971 nos endeudó con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y nos hundió devaluándonos al estar por cerrar su sexenio en septiembre de 1976.
2.- Le siguió López Portillo, igual megalómano de izquierda que nos endeudó peor, y también al terminar su sexenio volvió a devaluarnos en agosto de 1982.
3.- Los neoliberales Salinas de Gortari y Zedillo, al revés, esperaron a terminar el sexenio en diciembre de 1994, y otra vez nos devaluaron.
Vaya, tan malos “los pintos como los colorados”, de izquierda o derecha. ¿Ahora qué sigue al señor López? Acaparando la presidencia y poder, el senado, la cámara, el Ejército y ahora el INE, gastando a lo loco. ¿Cree, como Putin y Trump, que se merece todo capricho? ¿Nos devaluará tal y al [cerrar], o tras cerrar?
Lo evalúo con lógica fría, pues repite el círculo vicioso de desgaste al cierre de cada sexenio. Aunque el peso aparenta solidez (por estos tres factores: uno, el precio elevado del petróleo crudo por la guerra; dos, el aumento de las remesas; y, tres, que regresan maquiladoras por “nearshoring”), al señor López le queda sólo un año y ya se verá.
Hoy, igual que Echeverría, López (Portillo), Salinas o Zedillo, ya está gastando arriba del presupuesto. La mayoría del electorado (el 98 por ciento) no estamos afiliados a ningún partido, por lo que jamás debemos idolatrar ni dejarnos hipnotizar por ningún político, sean de Morena, PRI, PAN, MC, etc.; que aunque cambien caras, máscaras o mafia-partidos, siempre -junto a los caciques de partidos- son los mismos pillos demagogos saqueadores, que impiden candidatos limpios. De lo que le resta a López, y al paso que lo veo, me comprueba el análisis de que está repitiendo a los otros megalómanos.
Sobre aviso no hay engaño, que ya no se idolatre a ningún político ni candidato.
Atentamente,
José Luis Haupt Gómez.
Tijuana, B.C.