Una cortina de humo, con olor a carne quemada, heroína, violencia, contubernio y corrupción, se percibe alrededor del caso Ayotzinapa, que este 26 de septiembre cumplirá nueve años de antigüedad -sin solución-.
Han pasado ya tres mil 285 días y no se ha dado con los restos, las tumbas o las cenizas, y se sigue sin saber en dónde están los 43 jóvenes estudiantes. Nueve años que los padres de los jóvenes se preguntan “¿por qué?”. Nos hacemos la misma pregunta; y también quisiéramos obtener de las autoridades una respuesta contundente y definitiva.
Pedimos disculpa a los familiares por esta intromisión, lo hacemos por solidaridad y humana conciencia; sabemos que sólo es una lejana y egoísta necesidad de saber, porque sin ser madre, padre, hijo, hija, hermano o hermana de alguna de las víctimas, entendemos el sufrimiento e imaginamos las miles de veces que ellos se habrán hecho la pregunta invadidos de promesas incumplidas y coraje.
Nos resulta inexplicable que no se tenga una respuesta aún; podríamos entenderlo si es que se oculta por propia seguridad de un gobierno corrupto y voraz, como el que estaba en el momento de los hechos, y que por lo mismo elaboró la “verdad histórica” que resultó ser la más monstruosa mentira. Lo que no acabamos por explicarnos, es que en un gobierno que combate la corrupción y se dice “humanista y honesto”, como el actual, en cinco años tampoco se haya podido resolverlo.
La falta de resultados nos lleva a plantearnos algunas preguntas como hipótesis que nos ayuden a entender el fracaso: ¿Habrá una importante y poderosa fuerza política o económica, nacional o internacional que impide que se sepa la verdad? ¿Es esta fuerza oculta la que asesinó a decenas de involucrados en la desaparición durante estos nueve años? ¿Será una fuerza tan poderosa que al verse afectada podría desestabilizar al actual gobierno o al país?
La falta de resultados nos lleva en definitiva a esta especulación y a más preguntas: ¿Será que se está guardando la resolución para publicarla estratégicamente, para que pueda influir y decidir la próxima elección presidencial?
Es común el uso político de eventos para influir en elecciones. Por ejemplo, los Estados Unidos están sosteniendo el régimen del neonazi de Zelensky en Ucrania, y permiten la muerte de miles y miles de civiles y soldados rusos y ucranianos en una guerra fratricida con el único fin de prolongarla hasta que pasen las elecciones.
Acordar un cese al fuego, ahorraría miles de vidas y destrucción, pero la paz -en este momento- llevaría a la derrota electoral del partido demócrata; por lo tanto, se intenta prolongar el conflicto, sin importar las muertes y la destrucción, hasta que se decida la elección presidencial en los Estados Unidos. Así de perversa y terrible es la política.
El “Humanismo Mexicano” no debe caer en estas prácticas; no es posible que haga este tipo de cálculos maquiavélicos; entonces, deben ser otras las circunstancias que le han impedido finiquitar el caso… ¿o no?
El Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en la mañanera de este noveno aniversario, que “se publicará toda la investigación hoy mismo: el informe de la DEA, del Ejército Mexicano y de la Fiscalía General de la República, y será público”.
Dijo también, que “se ha investigado a todos, que están en prisión los principales ejecutores materiales e intelectuales; y que el ejército ya entregó toda la información del caso y abrió sus archivos; y que los padres deberían entender que se ha hecho todo y sólo falta encontrar el lugar donde dispusieron los restos de los muchachos”.
Aquí sucede otra cosa “inexplicable”: ¿Cómo es posible que entre tantos detenidos responsables de la desaparición de los 43, ni uno solo haya podido decir lo que realmente pasó, ni precisar la ubicación de los restos de los muchachos? ¿Es verdad lo del pacto del silencio? ¿O se ocultan las cosas porque es mejor para todos que no se sepa nada?
Que nos disculpe el Señor Presidente, pero no podemos evitar hacernos estas preguntas. Admiramos a los padres de los 43 de Ayotzinapa a quienes les deseamos que encuentren toda la verdad y el destino final que tuvieron sus hijos; así podrán por fin resignarse, descansar y llevar su duelo en paz.
Es tiempo que se de vuelta a esta página vergonzosa en la historia reciente de México y que un día nos digan “¡Hemos encontrado a los muchachos y sabemos todo lo que sucedió!”. También deseamos que cuando eso suceda, no sea demasiado tarde y que nadie lo crea, aunque sea la “verdad verdadera”. (Con la colaboración de Fidel Fuentes López)
C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com