Cuando tienes hijos, en ocasiones te pones de acuerdo con otros padres para hacer “carpool”, ya sea para llevar o traer niños a la escuela.
También sucede cuando llega la edad de que empiezan a ir a fiestas en las que no quieren adultos presentes, porque estarán en una reunión entre puros chamacos.
Pero resulta que a veces no están solos.
Así nos pasó en más de una ocasión, donde luego nos enteramos de que algunos de los jóvenes asistentes habían resultado ebrios o drogados.
Por eso siempre preferí, en el carpool de las fiestas, ser el que pasara por el grupo al final de la fiesta, especialmente después de que uno de los padres quedó mal, llegando mucho después de la hora que habíamos acordado.
Esto último, porque es sumamente importante cuidar a los niños y adolescentes, ya que en la actualidad, desafortunadamente, se encuentran bajo gran presión, puesto que existen personas que buscan iniciarlos en el consumo de alcohol y drogas.
Toda vez que la presión sobre los menores de edad no se puede llevar a cabo fácilmente, en virtud de que hay muchos ojos vigilando, se promueven en forma engañosa diferentes tipos de actividades en las que se busca tener a su merced a los niños y adolescentes, como es el caso de las fiestas clandestinas, en muchas ocasiones disfrazadas de tardeadas u otro tipo de nombres “gancho”, con la finalidad de tender una especie de emboscada en la que incluso hay padres de familia que confiadamente dejan a sus hijos menores de edad en ese tipo de eventos, en los que durante la fiesta se mezclan adultos y adolescentes que introducen en forma subrepticia alcohol y drogas.
En algunos casos, con toda desfachatez se organizan abiertamente fiestas irregulares que directamente buscan atraer a menores de edad para que se diviertan sin freno ni limitación alguna, con la finalidad de tenerlos a su merced para engancharlos, ya sea como consumidores, como revendedores de droga o inclusive para ambas cosas.
Por lo anterior, es recomendable que los padres de familia se cercioren del tipo de evento al que acudirán sus hijos menores de edad, e incluso que los acompañen al momento de ingresar a la fiesta, para que verifiquen qué tipo de festejo es el que habrá, y permanecer en el exterior para estar al pendiente de sus descendientes; y esperarlos hasta que salgan de “la fiesta”, animándolos para que, en caso de que se sientan incómodos o inseguros allí, de inmediato salgan, con la seguridad de que encontrarán a sus padres en el exterior del domicilio donde se encuentren; facilitando, si les es posible, un teléfono celular a sus hijos para que les llamen en cuanto se sientan presionados o en riesgo en el evento.
Todo es cuestión de evitar las fiestas clandestinas.
Alberto Sandoval es comisionado del ITAIPBC y fundador de Alianza Civil, A.C.
Correo: AlbertoSandoval@AlianzaCivil.Org Internet: www.AlianzaCivil.Org Facebook: Alberto Sandoval. Twitter: @AlSandoval