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martes, octubre 1, 2024
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Explotación legal

El bajacaliforniano por adopción Sebastián Díaz Aguirre (Galatea Audiovisual, Bulbo TV) codirigió el filme “Mil pinos” al lado del antropólogo Noam Osband, sensible por su revisión sobre la inmigración legal de jornaleros oaxaqueños, capitalismo, explotación laboral y oportunidad de sobrevivencia, con el que encabezan la sección Documentales de la edición 21 del Festival Internacional de Cine de Morelia. A celebrarse del 20 al 29 de octubre, destaca la participación bajacaliforniana

Sumergiendo al espectador en un mundo oculto que da seguimiento a jornaleros mexicanos invitados legalmente -con visas suplementarias para empleadores estadounidenses- por temporadas de ocho meses plantando pinos en Estados Unidos, en las que luchan por equilibrar exigencias físicas y el aislamiento de casa, al mismo tiempo que generan una nueva familia en medio del agotador trabajo, el documental “Mil pinos” (A Thousand Pines) del estadounidense Noam Osband y el tijuanense Sebastián Díaz Aguirre, llegará este fin de semana a las pantallas del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) como parte de la selección oficial Documental Mexicano, compuesto por títulos como “A través de Tola” (Casandra Casasola), “Ch’ul be, senda sagrada” (Humberto Gómez), “El eco” (Tatiana Huezo), “La frontera invisible” (Mariana Flores), “M20 Matamoros Ejido 20” (Leonor Maldonado), “Nómadas de la 57” (Alberto Arnaut), “Sueño mexicano” (Laura Plancarte), “Three Sparks” (Naomi Uman), “Una jauría llamada Ernesto” (Everardo González), “La vida es un carnaval” (Fernando Colin) y “Yurei” (Sumie García).

Centrada en el capataz de un equipo de jornaleros con visa H2A, de nombre Raymundo Morales y oriundo de Tlaxiaco, Oaxaca -quien libra su decimonovena temporada laborando en la reforestación de Estados Unidos-, el documental aborda temas como la oportunidad de sobrevivir económicamente gracias a la inmigración legal frente al capitalismo y la explotación laboral.

Sebastián Díaz Aguirre

“Investigué el tema de la inmigración en Arkansas para mi doctorado de Antropología sobre el tema de la plantación, principalmente por dos razones: primero porque Estados Unidos es el país que más produce cosas con madera en el mundo, y nadie sabe nada de este trabajo, cuánta gente se necesita para plantar árboles; y segundo, por las historias de los plantadores, sobre todo por temas como el capitalismo y cómo hippies cambiaron sus ideales para convertirse en empresarios”, señaló a ZETA Noam Osband, quien conoció al tijuanense en el Brooklyn Documentary Club (Nueva York), aliado que lo llevó a dar vida al filme.

“Fue un trabajo de codirección para estructurar ‘Mil pinos’, de excavar decenas de horas de material para encontrar una película de los registros de Noam para su trabajo académico. Hallamos un fin, argumentos dramáticos, personajes, y entonces volvimos a viajar a Tlaxiaco en 2022 para complementar filmaciones de 2013 a 2017. Recaudamos fondos para la edición, que fue donde desarrollamos la parte creativa para encontrar la historia, y un nuevo enfoque a la historia de migración, de los indocumentados, en este caso los que van con permiso de trabajo. Sin embargo, es una explotación diferente que tiene qué ver con las características especificas de este tipo de visa, que es que el empleador pide al trabajador y éste no puede cambiar de empleador. No nos metemos mucho en las dinámicas de esto, pero es básicamente la característica que pone en desventaja a los trabajadores, que si las condiciones no están bien o hay algún abuso, pueden regresarse a casa, renunciar o aguantar cualquier condición desfavorable porque no pueden cambiar de empleador; el empleador es quien los llevó y con él se tienen que quedar o irse”, relató por su parte Díaz Aguirre.

Resaltando la vida de los migrantes, el documental encarna una historia viva y atemporal. “Quizá puede representar una oportunidad de sobrevivir, de mejorar su vida económicamente, pero si viven una explotación, jornadas muy largas y un sueldo muy bajo, inferior a los que viven en Estados Unidos, en condiciones muy desfavorables de compartir cama con otra persona, y en una habitación con cuatro más, cocinándose de maneras improvisadas en el baño, porque es la única manera que esto funciona económicamente”, subrayó el antropólogo.

A lo que el cineasta bajacaliforniano enfatizó: “La fuerza del material es la humanidad capturada, esa intimidad, el humanismo que sale a flote, y eso fue lo que vimos que era la fortaleza de la película. No nos interesaba como una cuestión periodística o enfocarnos en temas de justicia social”.

Cabe señalar que Noam Osband recibió el permiso de la compañía para acompañar a los trabajadores, además de laborar hombro con hombro, vivir con ellos, compartir cama en hoteles.

“Cada persona tiene una historia importante por contar, y ellos estuvieron acostumbrados a un estadounidense prestando atención a su historia de vida, sintieron esa importancia porque hacen un trabajo muy aislado en los bosques, realmente no tienen mucho contacto más que con sus empleadores; en realidad van ellos en una comunidad móvil, migrando de Sur a Norte durante el año, creando una mini familia, en un trabajo muy solitario”, puntualizó Osband.

Autor(a)

Roberto A. Partida Sandoval
Roberto A. Partida Sandoval
Licenciado en comunicación por la UABC. Periodista de entretenimiento. Editor de Espectáculos. 22 años en ZETA. Apasionado por el cine, música, viajes, gastronomía, ciclismo, senderismo y aventura.
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