El escritor tijuanense, finalista del Premio Pulitzer en No Ficción con “The Devil’s Highway”, publica “Good Night, Irene”. “Para mí la frontera es la esperanza del continente”, expuso a ZETA
Conocido por haber sido finalista del Premio Pulitzer en 2005 por la obra de no ficción “The Devil’s Highway” (Little, Brown and Company, 2004) y otros best-sellers en Estados Unidos, el escritor tijuanense Luis Alberto Urrea regresa con una nueva novela, “Good Night, Irene” (Little, Brown and Company, 2023).
En su obra de ficción, Urrea recrea la historia de su madre, Phyllis Irene, en el campo de batalla como servidora de café y donas a los soldados estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial, pero al mismo tiempo, dice, es también un homenaje a aquellas féminas que incursionaron en la guerra, pero “han sido totalmente borradas y olvidadas”, refirió a ZETA el escritor en su visita por la Tijuana que lo vio nacer.
ENTRE TIJUANA Y SAN DIEGO
De padre sinaloense y madre estadounidense, Luis Alberto Urrea nació en Tijuana, Baja California el 20 de agosto de 1955, aunque sólo estuvo tres años en la ciudad fronteriza.
“Viví en Rampa Independencia 1002, en la colonia Independencia, todavía está ahí la casa, mi primo vive ahí. Nací en el 55, nos fuimos en el 58 porque tenía tuberculosis, pero nos quedamos en el Sur de San Diego. Pasé la vida con mi papá aquí en Tijuana cada semana los fines de semana, para mí eran iguales. Tijuana era como otro barrio, nunca me di cuenta que eran países separados”, contó a ZETA el laureado escritor mexicoamericano.
Siendo hijo de madre norteamericana, tuvo la oportunidad de estudiar siempre en Estados Unidos, donde descubrió su vocación como lector y escritor. Fue en la década de los 70 cuando incursionó en la escritura.
— ¿Cómo surge la primera publicación de un tijuanense en el otro lado?
“Eso fue interesante, porque había revistas literarias que se lanzaron del movimiento chicano, pero uno de los poetas no era chicano, era chilango; se llamaba ‘Alurista’, Alberto Urista, llegó a San Diego y se metió en el movimiento chicano. Empezó a publicar libros fascinantes porque era súper modernista. Su obra era en español y entonces del lenguaje de los chicanos hizo una mezcla de inglés y empezó a meter náhuatl. Hizo una poesía muy difícil. Él publicó una antología de poesía de Tijuana y de San Diego en español y me aceptó poemas sin conocerme, fue como en el 72. El primer cuento que publiqué fue en 1978, en una colección de escritores que se llamaba Edges/Orillas”, rememoró Urrea.
“ESE LIBRO ME CAMBIÓ LA VIDA”
Autor de títulos de no ficción como “Across The Wire: Life and Hard Times on the Mexican Border” (1993), “By The Lake of Sleeping Children” (1996),
“Nobody’s Son: Notes from an American Life” (Winner 1999 del American Book Award) y títulos de ficción como “In Search of Snow: A Novel” (1994), “Six Kinds of Sky: A Collection of Short Fiction” (2002), fue invitado por la célebre editorial Little, Brown and Company para publicar un libro sobre la frontera norte de México: “The Devil’s Highway”, basado en los acontecimientos de mayo de 2001, cuando 26 mexicanos cruzaron la frontera de México con Estados Unidos, adentrándose en el desierto de Arizona en una zona conocida como “El Camino del diablo”; sólo 12 lograron cruzar con seguridad.
“Fue mi primer momento de reportero. Me llamaron de Nueva York, de Little, Brown and Company, la editorial más antigua de Estados Unidos. Ya había publicado varios libros. El editor era originario de Nuevo México y era el único que conocía el ambiente del Oeste y de la frontera y me llamó. Eso fue algo tremendo, me llamó, me dijo: ‘¿Has oído de lo que pasó?’. Sí. ‘Te gustaría escribir un libro sobre esto’. Le dije: ‘No’. Se quedó asombrado. Le dije: ‘He publicado muchos libros sobre la frontera, poemas, cuentos y ya quiero investigar más cosas’. Me dijo: ‘Do you trust anybody else to write the book?’. Le dije ‘No’. Me dijo: ‘Pues entonces hay que firmar contrato conmigo’”, confesó el autor a este Semanario.
“Me ofrecieron una cosa que para mí era un milagro, me dijo el editor: ‘Éste va a ser tu libro, lo escribes en cualquier forma que quieras. Lo único que quiero es que este libro sea el Caballo de Troya y que van a querer leer esta historia de crimen, sufrimiento y policías. Yo quiero que tú les enseñes todo lo que sabes y todo lo que puedes aprender de la frontera, cosas que no van a saber y tienen que aprender con tu libro’”, aunque Urrea se resistía a escribir la historia de no ficción.
“Una razón por la que no quería escribir el libro, es que no me quise meter con agentes de la migra, pero lo hice y todo salió muy bien. Casi se gana el Pulitzer, que me hubiera cambiado la vida. Me llamaron y me dijeron: ‘Oye, Luis, queremos darte el Premio Pulitzer, pero el reportaje del ataque en Nueva York tiene que ganarlo históricamente’. Les dije: ‘Oye, pero es mi única oportunidad’. Me dijeron: ‘No te preocupes, vas a ganar mucha atención. It’s enough’. Ese libro me cambió la vida, está en casi 50 ediciones”, reveló.
“‘El Camino del Diablo’ es una historia tan oscura y terrible. Pero lo triste es que cada vez que algo horrible pasa en la frontera, vuelve a vender más”, lamentó.
Después vendrían títulos de ficción como “The Hummingbird’s Daughter” (Winner Kiriyama Pacific Rim Prize 2006), “Mr. Mendoza’s Paintbrush” (2010); “Into The Beautiful North” (2012), “The Water Museum” (American Academy of Arts & Letters Literature Award, 2017) y “The House of Broken Angels” (2018); y de no ficción como “Wandering Time: Western Notebooks” (2015).
LA FRONTERA
En la obra de Luis Alberto Urrea está la frontera de México con Estados Unidos, sobre todo en títulos como “Across The Wire: Life and Hard Times on the Mexican Border”, “Mr. Mendoza’s Paintbrush”, “The Devil’s Higway”, “The Tijuana Book of the Dead”, “Into The Beautiful North”.
— ¿Cómo describes la frontera como fuente literaria?
“Están tan obsesionados con la invasión que siempre es parte de la mitología de Estados Unidos y para mí un acto muy político, es decir: ‘Oye, ¿qué ves en ellos que está mal que es tan horrible? Están en una situación imposible’. Es interesante, porque llegas a un momento en que quieren filmar tus libros, y dos, redes de televisión de Estados Unidos habían comprado dos de mis libros, ‘Rumbo al Hermoso Norte’ (Into the Beautiful North) y ‘La Casa de los Ángeles Rotos’ (The House of Broken Angels), y cuando surge Trump (Presidente de Estados Unidos del 20 de enero de 2017 al 20 de enero de 2021) abandonaron todos los libros por mexicanos o latinos, todos desparecieron inmediatamente; eso es interesante para mí, ver el poder que tenían de la presencia de este señor”.
— Definitivamente la frontera ha determinado tu obra…
“Totalmente. Para mí la frontera es la esperanza del continente, somos la conciencia del Norte”.
LA BÚSQUEDA DE LA MADRE
Luis Alberto Urrea regresa con una novela donde recrea la vida de su madre, Phyllis Irene, y su amiga Jill, que participaron en la Segunda Guerra Mundial sirviendo a los soldados en el frente militar.
“Tengo una reputación en inglés de ser el hombre que puede escribir novelas -brillantes dicen, no sé si sirvan o no-, sobre las vidas de mujeres. Me crie con mujeres, tías, mi mamá y los hombres no fueron parte de mi vida, eso siempre me ha fascinado. Mi madre se llamaba Phyllis Irene, por eso el libro se llama ‘Good Night, Irene’, ella es mi modelo, mi ejemplo para escribir el libro, son las experiencias que ella sufrió en la Segunda Guerra Mundial y esas mujeres han sido totalmente borradas y olvidadas”, relató Urrea a este Semanario.
En “Good Night, Irene”, Irene y Dorothy son las protagonistas que estuvieron al frente de los batallones americanos en los Aliados. Un día, Luis Alberto conoció a la amiga de su madre, Jill, que terminó por redondear la historia:
“Mi mamá se acordaba de ella y siempre le puso el nombre de Dorothy Jill, y pensé que estaba muerta. Mi reportera, mi querida esposa, Cinderella, se metió en sus papeles y encontró un ensayo que Jill había escrito: ‘Miss Jill goes to war’. Se dio cuenta que no estaba muerta y encontró la dirección de su apartamento, vivía a una hora de distancia de mi casa, en Illinois. Ella le mandó una carta, Jill nos llamó, tenía 94 años y no supo nada de Luis. Me dijo: ‘Tienes que venir a mi casa a conocerme’. Sí, señora. Me dijo: ‘Tengo 94 años, no debes de esperar hasta los 95’. Vivió hasta los 102. Ella, muy diferente de mi mamá, que estaba desordenada; Jill era exacta, tenía todo controlado, los papeles en fila, fotografías montadas, todo. El día que fuimos a su casa, nos dejó entrar y tenía una fotografía de mi madre en la pared, y ahí empezó el libro. Me dijo: ‘Sí, yo manejé el camión, pero tu mamá trajo la felicidad’”.
— ¿Por qué una novela y no un libro de historia o no ficción?
“He estado escribiendo ese libro por años, la gente sabía y me traían historias: ‘Mi abuelo me contó de una muchacha’, ‘Mi tía era…’, entonces quise tomar la oportunidad de contar esos cuentos en la historia de Jill and Irene. Era más fácil para mí psicológicamente porque estaba escribiendo la historia de mi madre, pero tratando de contar una epopeya inspirada por mi madre, como un homenaje a todas. En una novela puedes investigar más cosas y crear un universo más completo”.