En lugar de alojarlos en casas hogar, asilos o lugares apropiados, los DIF de al menos nueve estados dejan a personas vulnerables en centros de rehabilitación para alcohol y drogas, también conocidos como anexos. Eso, aún cuando no tengan problemas de adicción. Incluso algunos DIF han dejado a personas en centros donde se han documentado casos de maltrato, explotación y hasta tortura.