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martes, octubre 8, 2024
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Sonido de libertad (Sound of Freedom)

Para que el género le gane a la historia, basta con hacer un thriller y perderse más en la acción que en la narrativa. Esto es justo lo que le ocurrió a Alejandro Monteverde y por partida doble, considerando que además de dirigir este filme, también es corresponsable del guion, en coautoría con Rod Barr.

Poco ayuda el panfleto cristiano que se anuncia aquí a partir de la historia verídica de Tim Ballard, un agente especial del Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos que dejó todo atrás para combatir la trata de menores, por lo que fundó la Operación Ferrocarril Encubierto.

Jim Caviezel encarna este rol que tiene algo muy importante qué exponer, en este caso a medias, porque hay aquí una evidente ideología conspiracionista que arruina las buenas intenciones, casi del todo.

Esto último se anota porque hay escenas muy sólidas, por ejemplo, cuando un padre hondureño deja a sus dos hijos en un domicilio creyendo que participarán en un concurso de canto. Cuando regresa por ellos, encuentra el sitio vacío, sin rastro de sus niños y de los otros participantes que ahí se dieron cita para comenzar una terrorífica odisea de explotación sexual, otro lucrativo negocio del crimen organizado que poco se expone.

Ese es el objetivo del filme, y por eso, con situaciones como la ya descrita que no se olvidan, el propósito se cumple porque logra sonar las alarmas en el público.

De cómo suceden las cosas, basta con decir que Ballard es un agente que toma conciencia del problema cuando valora que, tras haber capturado a 280 pedófilos, no ha logrado rescatar a una sola víctima.

Esta reflexión lo lleva a la frontera con México y de ahí comienza el horror que lleva al personaje hasta Colombia, pero en el camino mucho se pierde, y el policía con conciencia se va caricaturizando hasta parecer Rambo. Y Caviezel tampoco puede evitarlo.

Al final, las intenciones eran nobles, pero también hay que hacer buen cine, cosa que aquí no sucedió. **

Punto final. – Barbiemanía, lo que nos faltaba… habrá que darle el beneficio de la duda.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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