Es inverosímil que soldados del ejército mexicano no conozcan el sonido de un arma de fuego o un fusil de alto poder. La milicia tiene centros de tiro y práctica, para poner al “tiro” a soldados de nuestro honorable Ejército Nacional. Ellos saben y distinguen cómo ensordece el arma de fuego: una bala de 9 mm, un tiro 0.45, uno 0.22 o una pala puntiaguda 7.62×39 mm. Entonces, si yo prendo o enciendo un cohete llamado “sherry boom” y pasa el ejército o la Guardia Nacional”, es seguro que ya quede como coladera y muerto.
Los soldados que viajan en la parte de atrás de esos Hummers o camiones del ejército van a la defensiva, con ojos de águila, y tienen que estar bajo amenaza, o ver el cañón de X fusil o arma corta apuntando hacia los soldados, y ver en peligro su vida. Pero con sólo escuchar un gran estruendo o ruido similar, accionan sus armas ante lo que se mueva y tiran a matar aunque no haya orden de fuego al blanco.
Desde hace décadas, el abuso de poder gubernamental, apoyado por presidentes de la República (“jefe superior” de esas fuerzas armadas) han hecho que sus elementos castrenses hagan barbaries criminales una y otra vez. Recordemos 19768, 1971, 1994… El ejército mexicano está entrenado para matar; de igual forma la Guardia Nacional.
Lo que pasó en Nuevo Laredo, Tamaulipas, es abuso, ignorancia, desobediencia; y lo que hicieron los empleados de AMLO debe pagarse con cárcel militar. Creo yo que no será la última vez que suceda esto; vienen más abusos y tragedias hacia la población civil. El soldado raso obedece. Recuerdo cuando hice mi servicio militar. Ahí uno obedece del “ya”. Obtuve mi cartilla de militar civil y luego me la liberaron en el transcurso de un año, acudiendo todos los sábados a marchar al cuartel Morelos o a la Segunda Zona Militar (en el Aguaje de la Tuna). Son cuatro categorías: generales, jefes, oficiales y tropas; y en su actuar en Nuevo Laredo hubo orden de fuego, actuando la tropa en consecuencia. Por eso saben de obediencia.
Los hechos sucedieron para mal. Ponen de manifiesto que el Ejército Nacional siempre la lleva de ganar, haga lo que haga; sobre todo en grupo no sabe ni quién mató, o quién accionó el fusil, o quién le dio al blanco móvil. Así nuevamente está en el ojo del huracán la violencia en México y el abuso militar: cuando no es Cienfuegos, es la ministra Esquivel o el García Luna. Más noticias públicas de nuestros “servidores”, que ponen en tela de duda su profesión (si es que la tuvieron), su eco y su voz. Viajan por todos los continentes de malas noticias, por la enraizada corrupción, el mal entrenamiento y la traición al pueblo mexicano.
Esto es una muestra de cómo quienes debía dar confianza y paz, siembran horror, terror, muerte, luto y dejan llanto y dolor a los consanguíneos de los muertos; todo gracias a la desobediencia -u obediencia- de aquellos entrenados para matar, las 24 horas del día, los 365 días del año.
“Mexicanos al gritos del guerra”, “al sonoro rugir del cañón”, “los cañones horrísonos truenen”, “un sepulcro para ellos de honor”. Victimarios y víctimas los pusieron en voz algunas estrofas del Himno Nacional mexicano; y se hizo real lo escrito…
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.