El empresario minero Germán Larrea, segundo hombre más rico de México, suma otro dolor de cabeza. En días pasados la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) visitó las oficinas centrales de Cinemex, propiedad de Grupo México, y las de Cinépolis, de Organización Ramírez.
Ahora el señalamiento es por un duopolio de distribución y exhibición de cine en el país a partir de una promoción conocida como Fiesta del Cine, a través de la cual en algunos días de septiembre de 2022 y de nuevo en febrero de 2023, ofrecieron entradas a 29 pesos, por medio del promedio de 66 pesos que cuesta un boleto.
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El objetivo era facilitar el regreso del público a las salas después de la pandemia. Para el gobierno, este acuerdo entre distribuidores y exhibidores podría ser “anticompetitivo”. Lo cierto es que la acción sorprendió al gremio cinematográfico, tras facilitar los precios más bajos en taquilla para ver cine en comparación con muchos países. Sin embargo, esto es apenas el comienzo de una serie de encontronazos que habrán de venir tras la expropiación temporal de vías férreas propiedad de Larrea, quien en consecuencia ya acordó bajarse del proyecto del Tren Maya y desistió de la compra de Citibanamex. Sólo falta que el resultado aquí sean los Cines del Bienestar.
