Los primeros días de junio, año 1987 iniciábamos, gracias a ZETA, a su director don Jesús Blancornelas, la comunicación con varias generaciones de lectores. Lo titulábamos “Libertad: ¿acción positiva o palabra que inmoviliza?”. Los actos no la demuestran, pero las palabras sí. Lo dicen los políticos, lo aseguran algunos diarios y revistas en México: sí hay libertad de expresión.
Así que poner en duda esta aseveración es tanto como nadar contra corriente o ser tildada de traidora o amargada. ¿Y las voces inconformes del Comité de Derechos Humanos y Amnistía Internacional? ¿Y los artículos arrojados al cesto de la basura por directores y jefes de redacción? Pues todo eso, junto con los asesinatos de colegas, asaltos a redacciones de diarios y revistas, despidos de periodistas, forma parte del resultado político que esta actividad propicia cuando lleva el fin primario de servir a la colectividad y con ello lastima intereses de quienes se dicen -pero no lo son- defensores del pueblo.
Ser periodista es mucho más que estar en una nube y observar lo que ocurre en la tierra para luego escribir sobre lo bello del panorama. El periodista es testigo de sucesos. Su actividad tiene valor testimonial. Transmite hechos y voces de la realidad. La comunidad adulta necesita de informes y opiniones para nutrir su conocimiento y poder decidir. Por eso, la profesión se hace mezquina: pierde su ser mismo cuando opera al margen de la verdad, de la autenticidad, de la justicia; cualesquiera que sean los motivos o pretextos, intereses, dinero, pasiones, autocensura o complicidades.
Las comidas, los discursos, los regalos, los “apapachos”, en nada benefician a la libertad de expresión. Es preferible el apoyo a la profesión, el respeto a la discrepancia, las aclaraciones fundamentadas que todas esas acciones de hoy y de ayer que hablan sobre una libertad restringida o de plano de un periodismo amordazado. Mientras llega esa libertad, que equivale a responsabilidad, divirtámonos observando cómo el titiritero juega con sus muñecos.
Nota 1. Primer texto entregado a Don Jesús, con una petición (acostumbrada en la Ciudad de México a escribir básicamente en las revistas “del corazón”, temía haber olvidado el estilo del diarismo): “Por favor, si nota palabras inadecuadas para el estilo ZETA, ¡cámbielas o bórrelas!”.
Nota 2. Don Jesús, generosamente respondió: “De ninguna manera… capaz que me sigo de frente. No cambiaré ninguna de sus palabras. Se quedarán igual”. ¡Y cumplió estrictamente! Incluso hasta el día de hoy lo siguen haciendo Adela y César René.
Nota 3. Gracias a quienes nos han leído, a pesar de no coincidir con nuestro punto de vista… Seguirán mientras tengamos salud. ¡Y por piedad, AMLO… en-mu-dez-ca!
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.
Correo electrónico: redsocialtijuana@hotmail.com www.lagacetaredsocial.com