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sábado, octubre 5, 2024
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Vengo de la cárcel de menores, donde plantamos una bandera blanca

Tijuana Innovadora fue requerida por medio de Tico Orozco para hacer una actividad que impulsará a los jóvenes que ahí se encuentran encerrados y que encontrarán otros caminos y alegrías por medio del baile y la poesía. El espacio es lóbrego, cruzamos una y otra barrera donde nos toman huellas, nos marcan con sellos y vamos penetrando barreras.

De pronto, el patio grande rodeado de líneas de púas y de torreones de vigilancia; un centenar de personas se encuentran sentadas acompañando a sus hijos. Es extraño, todos los jóvenes están acompañados por sus familias, sin embargo, las familias de las niñas no acuden a visitarlas; ya las olvidaron, las dejaron en medio de la nada, solas, encerradas. El grupo de baile Lux Boreal se encuentra ahí con objeto de ayudar mediante su arte, intentando llevarles alegría y esperanzas en el día de la madre.

Alejandra Santos toma el micrófono para presentar a los que hablarían: la directora Lorena Huerta, el grupo Lux Boreal y Tico Orozco, quien toma el micrófono y rápidamente entusiasma a la gente; también accede a la palabra la directora del centro que gentilmente nos ha abierto las puertas de la institución y me dice en corto: “no sé qué tiene su gente que ha cambiado este lugar y la actitud de los muchachos”. Ella habla y me corresponde a mí tomar la voz. Me pregunto ¿qué puedo decir? ¿Cuál sería la palabra adecuada para esta ocasión? Como siempre, inicio hablando del bello día y descubro que la palabra es esperanza.

Y ahí están padres e hijos, las niñas solas, y empieza un baile lento, simbólico de dos personas que danzan a la vida. En seguida un buen grupo de muchachos empieza a caminar y a bailar; poco a poco se va notando alegría y entusiasmo, interés y cuando terminan… un gran aplauso. Después, un baile simbólico precioso, con un plástico blanco que asemeja las olas del mar; llega un momento en que la sensación es que ya no estamos ahí: no estamos en la prisión lóbrega, estamos frente al mar, en libertad; los espíritus vuelan y alcanzan una especial dicha. Cuando se acaba el baile se termina la magia y ahora les corresponde a las cuatro chicas ahí detenidas; son  niñas, bailan con entusiasmo y terminan autocoronándose.

Vengo de la cárcel de menores con el corazón estrujado. Con la esperanza de recuperar talentos y vidas. Con el deseo de haber plantado rosas en el desierto que esperamos fortifiquen.

Esperanza de un mundo mejor de haber intentado mostrar a través del arte y de la generosidad de Tico Orozco, de la gente de Lux Boreal, de los guardianes, la posibilidad de que estos jóvenes se unan a la sociedad positiva. Esperanza…

Dios mío, ayúdanos a ayudarlos.

José Galicot es empresario radicado en Tijuana.

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