Autoridades no combaten peligroso aumento de trasiego y consumo de fentanilo en Baja California. Pueden continuar su pleito mediático con medias verdades; pero negar que la crisis de fentanilo que azota Estado Unidos está permeando por las fronteras, es irresponsable e ilusorio
Mediante una investigación piloto, el Servicio Médico Forense (Semefo) de Baja California detectó que Mexicali, del total de 650 sucedidas entre julio del 2022 y marzo del 2023, el 73 por ciento de las víctimas, sin importar la causa del deceso, dieron positivo al uso de fentanilo; así lo detalló el mes pasado el director del forense, doctor César Raúl González Vaca, a nuestro compañero Eduardo Villa.
Este porcentaje definitivamente debe ser una bandera de alerta tomada en cuenta por los gobiernos locales y el nacional, para dejar de justificar insistiendo que en este país no hay laboratorios, que no se produce, que es una zona de paso. Porque los primeros números evidencian la urgente necesidad de realizar más estudios locales, y de actualizar la metodología de la Encuesta Nacional de Adicciones, para que reflejen realidad del consumo de droga en el estado. Reconocer un problema es el primer paso para combatirlo.
Esta semana González Vaca habló con ZETA, ahora de la extensión de este proyecto, que busca identificar la gravedad del consumo de esta droga en B.C., a la ciudad más complicada del estado, Tijuana, entidad en la que el proyector lleva apenas dos meses trabajando con reactivos para fentanilo.
“Todavía no podemos dar resultados porque la muestra es muy pequeña; considero que en agosto, cuando llevemos seis meses haciendo pruebas -se contrató una química para este trabajo- serán números que podamos compartir, ya podremos hablar de porcentajes. Nos están saliendo a las distintas drogas de abuso y en específico el fentanilo… pero sí, nos están saliendo casos positivos”.
El análisis será como en Mexicali: primero las pruebas se harán a un porcentaje de los cuerpos, principalmente a los que se les conozca antecedente de farmacodependencia o el lugar del levantamiento, sean homicidios, suicidios, accidentes o muertes naturales, y después se aplicarán al 100 por ciento de los cadáveres que llegan al servicio.
Detalló que, en los antecedentes en el estado, el cristal continúa siendo la primera droga de consumo, y el fentanilo ocupa ya el segundo lugar; que la mayoría de los positivos a fentanilo no son las víctimas de homicidios dolosos, sino los culposos, y el resto de las muertes -y de los que salen positivos a fentanilo- el 80 o 90 por ciento resultan con antecedente de otra droga.
“Pero no sabemos si la victima consume varias drogas, o desde el momento de la fabricación lo están mezclando con otras sustancias”, expuso González Vaca.
Por los últimos 20 años, el gobierno de Estados Unidos ha enfrentado el recrudecimiento de la Crisis del Fentanilo, frente la evidente participación y el interés de los cárteles de droga ante lo rentable que resulta el tráfico y venta de esta droga. Actualmente, sus números reportan que poco menos de 200 consumidores mueren diariamente y esa incidencia mortal aumentó un 94 por ciento entre 2019 y el año 2021.
En 2021, la Sedena organizó una conferencia, en la que describió la rentabilidad de la mencionada droga, en la que obviaron que mientras un kilo de marihuana tarda seis meses en producirse y las ganancias son de 110 dólares, un kilo de pastillas de fentanilo se fabrica en dos horas y las ganancias son de 195 mil dólares. Además, la segunda representaba menos gastos y riesgos en el transporte, por tener menos volumen.
Baja California, como entidad fronteriza, comparte su vida y problemas con el estado hermano de California, el cual en el 2022 registró 10 mil 179 muertes por consumo de fentanilo, que representa el 10 por ciento, de ese tipo de decesos en todo ese país.
Más números. Del lado mexicano, en 2020, la Secretaría de la Defensa Nacional en México reconoció la rapidez con la que estaba creciendo el problema en México al anunciar que el decomiso del fentanilo había crecido en un 465 por ciento; y en el primer trimestre del 2023 anunció otro aumento en los aseguramientos del 92 por ciento. Mientras en Baja California, sólo Secretaría de Seguridad Ciudadana del Estado reportó un incremento de 300 por ciento en el decomiso del fentanilo en el 2022.
A partir del pasado mes de marzo, en medio de los jaloneos de funcionarios de Estados Unidos metidos en la campaña electiva de su país, que toman la bandera del narcotráfico, para ganar puntos y encaran al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador -con motivos políticos, pero por deficiencias reales-, por su laxitud y reducidos resultados en el combate a los cárteles de la droga del lado mexicano. Está perdiendo de vista el problema más grave, el evidente aumento del consumo local.
Al Presidente sólo se le ha ocurrido: rechazar dramáticamente el intervencionismo; proponer la prohibición del uso médico de los opiáceos, como si no supiera que el problema es el fentanilo producido, traficado y vendido de manera ilegal; y negar la evidente existencia de laboratorios. ¿Pero si no, por qué se decomisan tantos precursores?
El uso del fentanilo ha sido la mayor oportunidad de negocio para los narcotraficantes, y no la van a cambiar por “abrazos”. Las autoridades deben seguir la Ley y cumplir la obligación por la que reciben un sueldo; los traficantes deben ser detenidos, procesados, sentenciados; y el dinero, obtenido con sangre y muerte, confiscado.
Pueden continuar su pleito mediático con medias verdades, pero negar que la crisis de fentanilo que azota Estado Unidos está permeando por las fronteras, es irresponsable e ilusorio.
El aumento de los aseguramientos ha sido evidente y publicitado, entonces, antes de llegar a un punto catastrófico, la obligación del Poder Ejecutivo federal es voltear hacia su país y, con sus gobernadores y alcaldes, analizar, revisar números, identificar plenamente el impacto del fentanilo del lado mexicano, para enfrentarlo.
Empezar por respaldar proyectos como el de Semefo en Baja California, actualizar la información, realizar estudios profesionales de consumos y adicciones, para que sean capaces de generar propuestas novedosas; porque los programas artísticos y deportivos, las pláticas y cursos que han desarrollado durante las tres décadas pasadas, son positivos, pero han mostrado ser evidentemente insuficientes.