El 2 de abril, el Ayuntamiento de Ensenada dio a conocer que reforzará las medidas de vigilancia a lo largo de la Ruta del Vino en el Valle de Guadalupe.
La información trascendió después de que ese domingo, dos primos fueran atacados a balazos y lesionados en el restaurante bar Casa Frida en el Ejido El Porvenir, del Valle de Guadalupe. Se trató de Óscar Castañeda Hernández y Martín Norberto Castañeda López, de 27 años de edad, quien recibió disparo en una pierna.
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Los hechos ocurrieron poco después de la media noche en el lugar ubicado en la carretera Rancho San Marcos del kilómetro 15+500, sobre la Carretera Estatal El Tigre.
De acuerdo a datos del primer respondiente, las heridas no ponían en riesgo la vida y el hombre recibió atención médica de emergencia en el Hospital General.
Por su parte, la Fiscalía General del Estado informó que las víctimas se trasladaron por sus propios medios a Estados Unidos para ser atendidos, antes de prestar declaración formal.
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Los jóvenes baleados son ciudadanos norteamericanos con residencia en El Sauzal, Ensenada, uno de ellos con antecedentes por faltas administrativas y posesión de carro robado.
De sus atacantes se sabe poco. Norberto sólo comentó a los policías que él y su primo se estaban divirtiendo, cuando otros sujetos empezaron una pelea contra ellos, hubo un tumulto, él corrió y, al caer, entre varias personas lo patearon, después escuchó balazos, la gente corrió, se dio cuenta que estaba herido y su primo también.
En la escena, peritos localizaron seis casquillos de tres pistolas diferentes, que al cierre de esta edición, no han resultado positivos en otros hechos delictivos.
A pesar de que la balacera se cometió en una espacio turístico, las policías operativas y primer respondiente optaron por no atender el llamado de emergencia de inmediato, sino a que arribaran refuerzos de la Secretaría de la Defensa Nacional, lo que llevó entre 20 y 30 minutos.
Una vez que llegó la autoridad, muchos de los testigos habían huido asustados del lugar.
Meseros, guardias y demás personal del local, declararon no haber visto nada ni poder identificar a los tres tiradores. “Escuché disparos, me tiré al suelo, no vi nada”, fue la versión generalizada.
Al ver que había cámaras de seguridad, el día de los hechos, la FGE solicitó los videos y los administradores de Casa Frida aseguraron que los entregarían sin problemas, pero cuando fueron a requeridos al día siguiente, les respondieron que ya no existían, porque un “apagón” los había borrado. Los peritos usaron la fuerza policiaca para ingresar al lugar y asegurar los aparatos, pero efectivamente, estaban borrados.
Actualmente la FGE está recabando las declaraciones formales de todos los trabajadores, los reportes de C4 y corroborando si existen alguna imagen de video tomada por algún comensal el día de los hechos.
