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martes, octubre 1, 2024
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Toc, toc…

¿Quién es?

“Soy tu nuevo vecino. Guapo, rubio, soltero, sin hijos… y me sobra el dinero”.

Oooh, ¡ya voy!

“¡Ajá! ¡Caíste! Somos los Testigos de Jehová, hija del diablo. ¡ARREPIÉNTETE, DEMONIA!”.

Autor: Un aleluya.

Pepito en la puerta del cielo

Estaba San Pedro en la puerta del cielo, de repente tocan a la puerta y, cuando sale, no hay nadie.

Pasa un rato en que vuelven a tocar la puerta y nuevamente no hay nadie. En eso San Pedro se dice a sí mismo: “Cuando vuelvan a tocar la puerta voy, a agarrarle la mano al que toque”.

Luego de un rato, vuelven a tocar la puerta y, cuando San Pedro abre, de inmediato toma la mano de quien tocaba. Entonces encuentra a Jaimito y le dice: 

¿Por qué andas tocando la puerta y te escapas?

“No me preguntes a mí, ¡dile al doctor que me anda reanimando con el desfibrilador!”.

Autor: Un médico.

Lección de ballenas

Una niña habla sobre ballenas con su profesora, quien le dice que es físicamente imposible que una ballena se trague a un ser humano porque, aunque es un mamífero muy grande, su garganta es muy pequeña.


La niña afirma que Jonás había sido tragado por una ballena. Irritada, la profesora repite que una ballena no puede tragarse a ningún humano; físicamente es imposible. Entonces la niña reta a la maestra:

Cuando llegue al cielo, profesora, le voy a preguntar a Jonás.

“¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno?”.

¡Entonces le pregunta usted!

Autora: Una alumna.

Libro de matemáticas

Un hombre platica con su mujer:

Cariño, para mí tú eres un libro de matemáticas.

“¿Por qué lo dices, amor?”.

¡Porque traes muchos problemas!

Autor: Un maestro soltero.

Orejas de borracho

Un borrachito camina por la calle y se encuentra con su compadre, quien al ver que tenía las orejas a carne viva, le pregunta:

Pero, ¿qué te ha pasado, compadre?

“Es que a mi esposa se le ocurrió dejar la plancha prendida, sonó el teléfono y ¡agarré la plancha por equivocación!”.

Pero, ¿y la otra?

“¡El imbécil volvió a llamar!”.

Autor: Número equivocado.

Cena de aniversario

Jaime y su pareja salen a festejar 15 años de conocerse, en ese momento ella dice:

Hay algo que me tiene muy inquieta y quería preguntarte.

“Tranquila, amor. Es nuestro aniversario, puedes preguntar lo que quieras. ¿Qué es lo que te mortifica?”.

El otro día estaba viendo en las noticias una encuesta de infidelidad y decían que el 100% de los hombres ha engañado por lo menos una vez a su mujer, y desde ese entonces tengo la inquietud de saber, ¿cuántas veces has estado con otra mujer desde que estás conmigo?

Después de la pregunta, Jaime cae inconsciente y es llevado de emergencia al hospital.

La mujer pregunta al doctor si se pondrá bien, a lo que le responde:

“Sí, no se preocupe, tuvo un pequeño infarto, pero se recuperará. Su esposo tuvo un evento de estrés extremo, trate de no alterarlo porque su situación es delicada y pronto va a despertar”.

En ese momento Jaime despierta:

Amor mío, ¿dónde estás?

“Tranquilo amor, no te esfuerces, descansa”.

Estoy bien, amor, pero tuve un encuentro cercano con la muerte y eso me asustó mucho, creo que es tiempo de pedirte disculpas y ser honesto contigo.

“Entonces, ¿me vas a contestar la pregunta que te hice?”.

Sí, amor, entre el cielo y el infierno no hay ningún secreto, pero prométeme que no me vas a alterar porque ando algo delicado de salud.

“Lo prometo. Ahora dime cuántas veces me has engañado”.

Te he engañado tres veces, amor.

“Tres veces en 15 años no está tan mal. ¿Me podrías decir cuándo fueron esas veces?”.

¿Te acuerdas aquella vez que querías pedir un préstamo en el banco para iniciar tu negocio, que todos los bancos te rechazaban y un día de la nada llegó la presidenta del banco para que firmara los papeles en la casa? Pues esa no fue coincidencia, amor.

“¡Oh!, ¿hiciste eso por mí? Ahora te respeto más porque hiciste algo nada egoísta. Y, ¿cuál fue la número dos, amor?”.

¿Recuerdas la vez que te enfermaste muy grave y necesitabas una operación muy riesgosa para extirpar un tumor de la cabeza, que ningún doctor quería tocarte y de repente la mejor doctora de la ciudad llegó a nuestra casa y se ofreció hacer la operación?

“No lo puedo creer, ¡salvaste mi vida, no puedo estar más agradecida contigo! Con esto confirmo que no me equivoqué en elegirte como mi pareja. Y ¿cuándo fue la tercera vez?”.

Bueno, ¿recuerdas el año pasado, que querías ser presidenta del Club de Mujeres de la ciudad, y te faltaban 25 votos para ganar?

Autor: Mejor así lo dejamos.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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