El viernes once de noviembre Jorge Morán, Cristina y Fernando, decidieron parar en la recién inaugurada calle de nombre Jaime Maussan a tomarse una fotografía, ahí fueron abordados por un comando armado integrado por cuatro hombres, quienes cuestionaron la presencia de los jóvenes en el lugar, al ver que se retiraban los persiguieron, intimidaron y dispararon hasta que lograron sacarlos del camino. Al menos cinco impactos de bala recibió Jorge Morán y fue abandonado junto con Cristina en el lugar, mientras que a Fernando lo bajaron del vehículo y lo llevaron con ellos hasta un lugar que hasta ahora se desconoce.
Este martes el cuerpo de Fernando fue localizado, se encontraba maniatado, con visibles huellas de tortura y decapitado al interior de una bolsa negra de plástico en la inmediaciones del panteón “El Centinela”, en Mexicali.
Las autoridades, aseguró el Fiscal General de Baja California, Ricardo Iván Carpio, se encuentran trabajando a marchas forzadas para dar con el paradero de los autores del crimen, no solo en el estado sino también en puntos identificados en otros estados de la República mexicana. Hasta este momento dos personas hombres han sido detenidos como resultado de las investigaciones.
A través de sus redes sociales Jorge Morán, quien se recupera de la lesiones, relató lo ocurrido esa noche:
Cuando “pierdes” a un amigo.
Fernando Rodríguez Ocampo era un joven mexicalense, amigo muy cercano desde la preparatoria a quien admiro y estimo como no tienen idea, con quien tuve el placer de compartir muchas aventuras. La de esa noche de viernes/madrugada del sábado se suponía que era sólo una más.
Esa noche Fernando, Cristina y yo abordamos el vehículo de mi amigo con un simple propósito: Acudir a la recién nombrada calle “Jaime Maussan” en el poblado de La Rumorosa y tomarnos una fotografía ahí. Sólo eso. Y habíamos cumplido nuestro objetivo.
Sin embargo, fue segundos después de habernos subido a la camioneta con la intención de regresar a casa cuando, casi en punto de la media noche, un automóvil de un grupo armado se nos acercó, nos amenazó y al intentar escapar disparó en contra de nuestra unidad, hiriéndonos a Fernando y a mi. No conformes con eso, los cobardes bajaron a mi amigo del auto, ya fuera del camino, y se lo llevaron con rumbo desconocido, abandonándonos a Cristina y a mi en el lugar del ataque, ella afortunadamente ilesa.
Estoy convencido de que el haber acudido a Tecate a esas horas de la noche es una decisión con la que nos tocará vivir por el resto de nuestras vidas. Pero díganme ¿Cuántas personas no lo hacen? Sobre todo los jóvenes que, como nosotros, solo quieren salir, divertirse y crear recuerdos con nuestros seres queridos. ¿Acaso eso justifica que un grupo de “valentonados” con armas de fuego, que se creen dueños de las calles, acabe con la vida de las personas por el simple hecho de estar ahí?
Porque eso fue. Fue un ataque unilateral de un grupo armado en contra de un trio de turistas que “ni la debían ni la temían”. NO FUE un combate entre bandas delictivas, NO FUE un ajuste de cuentas y NO FUE porque “se portaron mal” como la gente de escaso desarrollo mental acostumbra siempre intentar justificar cualquier acto de violencia que se vive en nuestro estado.
Desde el atentado, he escuchado mucha gente y recibido muchos mensajes diciendo que lo que me pasó fue un milagro. Estoy consciente que no cualquiera recibe cinco impactos de bala y vive para contarlo. De verdad estoy muy agradecido con la vida por poder abrazar nuevamente a mi madre, a mis hermanos y a mi familia. Pero esto no lo puedo llamar un milagro.
Para mi, un milagro es cuando una persona con pocas posibilidades de vida logra vencer una enfermedad o cuando alguien sobrevive a un aparatoso accidente. Vaya, cuando la vida prevalece ante errores o situaciones que van más allá de uno como ser humano. Perdónenme, pero la única manera en que hubiera podido llamar esto un milagro, es que los tres hubiésemos regresado con vida a casa.
Esa madrugada del sábado 12 de noviembre no “perdí” un amigo. Me lo arrancaron. Nos lo arrebataron a todos.
Hasta este miércoles, autoridades del Municipio de Tecate, no se han manifestado al respecto, a pesar de que el presidente municipal Edgar Darío Benítez Ruíz, 24 horas antes del ataque había declarado que los delitos de alto impacto habían sido erradicados en la zona de la Rumorosa, Jacume y el Hongo.