Es una película donde el centro de la atención son dos personajes sumamente interesantes, pero lo mejor de todo es la improbable amistad que se da aquí. Lynsey (Jennifer Lawrence) es una joven veterana de Afganistán que vuelve a casa con las emociones destrozadas, sin encontrar suelo firme; y James (Brian Tyree Henry) es el dueño de un taller en el barrio de Nuevo Orleans donde ambos viven.
James perdió una pierna en un accidente y Lynsey ha extraviado todo su ser. Él es un hombre afroamericano maduro. Ella, una típica norteamericana rubia que busca recuperarse de una lesión cerebral. Ambos viven al margen de todo y desde ahí buscan el sentido de la vida, aunque en ella la urgencia es más obvia.
Lo que se da aquí es una empatía que se siente genuina porque estamos ante dos actorazos. Lawrence, en la mejor actuación de su carrera a la fecha, y Henry es una maravilla.
Este parte es, entonces, la razón por la que esta película funciona permitiendo a Lila Neugebauer hace una transición con el pie derecho de la pantalla chica al cine, aunque apenas disponible sólo en Apple TV+.
Se está ante una narración sobria y lenta, pero, una vez más, vale la pena disfrutar la credibilidad con la cual estos histriones interpretan a sus personajes. Cada diálogo, cada escena es digna de recordar sobre dos personajes atípicas que se entienden de forma mutua, con una sinceridad que sólo podría evitar “Perdidos en Tokio” de Sofía Coppola, con la pareja dispareja de Bill Murray y Scarlett Johansson. Vaya comparativo, pero bueno, el chiste aquí es que se está ante un filme que no debe pasarse por alto. ****
Punto final.- Ahora sí que en el catálogo de ViX+ hay una maravilla del cine español reciente y se llama “Érase una vez en Euskadi”.