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lunes, abril 22, 2024
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La impresión de ZETA, no tan libre como el viento…

Columna invitada

 


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Imprimir un periódico independiente en México no era una opción viable para garantizar un periodismo libre de injerencia gubernamental. El control férreo del papel en que se imprimían los rotativos -que existió durante cinco décadas- era la mejor amenaza contra quien se atreviera a cuestionar la autoridad.


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El Semanario ABC (1977-1979) y ZETA tuvieron muy clara la estrategia de represión. En 1979, ABC finalmente fue cerrado después de tres años de estrategias gubernamentales bajo la administración del gobernador Roberto de la Madrid Romandía, quien insistía en que el columnista Héctor “Gato” Félix debía ser expulsado por el sarcasmo e irreverencia con la que se dirigía hacia su persona y su larga lista de familiares, que tenía incrustados en su administración estatal.

ABC contaba con su propia imprenta, apodada “La Generala”, por vieja y duradera. El contexto del apodo fue en referencia al general Hermenegildo Cuenca Díaz, fallido candidato a la gubernatura de Baja California, que murió en plena campaña política en 1977.

Los métodos de represión para que los rollos de papel no llegaran a la imprenta del periódico, ubicado en la Calle Jalisco y Bulevar Agua Caliente, fueron innumerables: Auditorías a la administración del periódico, retención de papel en la aduana, impedimento para que no llegaran a tiempo o elevación del precio de los cilindros.

Pero cada uno de los obstáculos fueron eliminados hasta que el equipo del entonces gobernador planeó otra estrategia legal: la de crear una falsa huelga, en la que participaron decenas de choferes pertenecientes a la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) en el desalojo violento de trabajadores y periodistas la madrugada del 2 de noviembre de 1979.

Jesús Blancornelas y el equipo de colaboradores continuaron informando a los lectores a través de una hoja impresa en un mimeógrafo que terminó fallando, por la enorme cantidad de trabajo al que se sometió.

Pero ante la demanda y presión generada por grupos sociales independientes locales, empujó la condición de seguir como medio de información, no atado a políticas de control ejercida por el gobierno a través de la empresa paraestatal PIPSA (Productora e Importadora de Papel).

El periodista decidió imprimir el Semanario ZETA en Estados Unidos. La primicia era que no podrían anteponer algún pretexto al ingreso del periódico desde Estados Unidos a México, pues igual deberían de actuar contra los periódicos The San Diego Union y Los Angeles Times, así como revistas estadounidenses.

A pesar de que existía una confabulada orden de aprehensión contra Jesús Blancornelas y su autoexilio en San Diego, el periódico ZETA, publicado los lunes, miércoles y viernes, pudo circular en Tijuana.

Las primeras ediciones vendrían en las cajuelas de automóviles particulares. El engaño lo encabezó Héctor Félix, al conducir su Chevrolet Impala justo atrás de un vehículo lleno de ejemplares que por casualidad sufrió un desperfecto mecánico. Los agentes aduanales se enfocaron al automóvil de Héctor y empujaron el auto particular, sin advertir que llevaba el primer ejemplar de ZETA a territorio mexicano, que se distribuyó sin problemas adicionales.

Pero después, el hermano del gobernador Roberto, Francisco de la Madrid Romandía, fue puesto al frente de la Aduana fronteriza de Tijuana y la represión continuó con retrasos, obstáculos y decomisos de ejemplares cada viernes.

Una camioneta recién adquirida por un solidario ciudadano fue confiscada y puesta en el corralón de Aduanas durante años. A lo largo de su estancia fue desmantelada.

Fue hasta la corta administración de Óscar Baylón Chacón como gobernador sustituto (tras la remoción de Xicoténcatl Leyva Mortera), que todas las trabas fueron eliminadas y el vehículo fue entregado con repuestos mecánicos.

Francisco de la Madrid, ya sin el poder gubernamental, intentó acercarse a Blancornelas días después del asesinato de Héctor Félix Miranda en 1988: Llegó a la recepción de ZETA, se anunció y pidió hablar con el director. Blancornelas, desde su oficina, le gritó a la recepcionista que no le interesaba recibirlo. “Ah caray”, respondió Francisco. Y pidió que “cuando de nuevo fueran amigos, podrían ir a tomarse un café”, a lo que Blancornelas respondió “…dile que tampoco estoy interesado”.

Las modificaciones a los reglamentos aduanales se dieron al grado de imponer impuestos engorrosos a publicaciones impresas en Estados Unidos, para permitir el ingreso a territorio mexicano del Semanario incómodo.

Pero fueron las estrategias de mercadotecnia, aplicadas a empresas impresoras, las cuales ya no tuvieron como prioridad la producción de periódicos, las que provocaron que no se cumplieran con horarios indispensables para la entrega. Esto finalmente abrió la opción de que ahora, por primera vez en 42 años, exista la certeza de publicar el Semanario ZETA en territorio mexicano.

 

Miguel Cervantes Sahagún es periodista y fotógrafo independiente, fue colaborador del ABC, y fundador de ZETA.

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