Con amor por la tierra y respeto por el fruto de la vid, L.A. Cetto continúa la tradición vinícola en Valle de Guadalupe desde 1928, con el arte de la vitivinicultura pasando de generación en generación y preservando la herencia familiar, su extensión internacional y su conexión con la región a través de la Fiesta de Colores, con la que inauguraron la temporada de Vendimia al ritmo de Kalimba y su Big Band Jazz
Con siete generaciones provenientes de Italia, cuatro de ellas instaladas en México desde 1924, a partir de la llegada de Angelo Cetto, quien descubrió en Baja California las bondades de la tierra en el Valle de Guadalupe (Ensenada), la familia Cetto ha dedicado su vida al arte de producir vino, expresando a través del clima y benevolencias del suelo de la región, el respeto por la producción de la fruta de la vid, consumando por 94 años la exportación nacional e internacional de sus mejores etiquetas, manteniendo la herencia familiar.
“L.A. Cetto representa a la familia, el trabajo duro, la unidad. Lo que pensábamos a partir de esta pandemia es que los Cetto nos dimos cuenta que el humano no está hecho para estar solo, y en esta casa no podemos estar separados, estamos hechos para estar juntos, y si Dios y la tierra nos permite, tener un vino en la mesa que una a la gente. Ese es un éxtasis que no tengo palabras para describir, recibir a las personas en estas tierras que dejó bien trabajadas, con tanto amor, cariño y perseverancia mi abuelo. Ahora mi papá toma las riendas, y a su vez me está transmitiendo esas enseñanzas”, afirmó a ZETA Luis Angelo Cetto.
En entrevista desde la casa vinícola que el sábado 13 de agosto no sólo celebró su tradicional Fiesta de Colores y agradeció la primera cosecha de la temporada, el vitivinicultor de cuarta generación refirió las enseñanzas y experiencias compartidas por su padre, abuelo y bisabuelo, mismas que planea infundir para preservar el legado.
“Me gusta resumir todo ese aprendizaje y experiencias en una frase que repetía mi nonno (abuelo): ‘El que no vive para servir, no sirve para vivir’, y digamos que esas son las palabras por las que todo Cetto anhela vivir”.
Los Cetto aprovecharon la fecha para rendir homenaje a la memoria de Luis Agustín Cetto, pilar de la vitivinicultura nacional y uno de los principales aportadores al crecimiento turístico, económico, gastronómico, comercial y vinícola del Valle de Guadalupe.
“Nos encontramos aquí después de tres años, nos llena de mucho orgullo con esta temporada siendo una cosecha generosa, buena, y que seguramente va a seguir dando y rindiendo muchos frutos expresados en medallas y premios que Baja California y nuestro México merecen. Pero también es el momento para conmemorar a un hombre, a un pionero que con visión, determinación, dedicación y trabajo inagotable, dejó un legado para todos nosotros que estamos en estas tierras y nos rodean”, expresaría el director general de Grupo Cetto.
“Creo que no hay rincón dentro del Valle de Guadalupe donde no esté la mano de mi señor padre, cada rincón tiene su sello o influencia. Un hombre que generalmente va a ser muy fácil de recordar, porque al final sólo hay que levantar una copa de vino, con eso ya está acompañándonos y entre nosotros. Cada año, cuando veamos reverdecer sus vides, recordaremos su amor y alegría, que era como a él le gustaba compartir con todos”, subrayó Luis Angelo Cetto.
Con la prestigiosa casa vinícola abriendo la parte Este del Valle a la vid, siendo pieza fundamental de la construcción y desarrollo que dio auge, imagen y proyección a la región (al igual que el de San Vicente y Llano Colorado), para Angelo Cetto hijo, “es un honor que sigue ganándose al estar al frente de una dinastía y empresa con valores, un pundonor que he trabajado toda mi carrera profesional, desde chico que venía a trabajar todas la navidades y veranos al rancho, que me he ido ganando y siempre estaré trabajando”.
Y aludió:
“En México mencionan cualquier marca de vinos y piensan en Valle de Guadalupe, en L.A. Cetto, e internacionalmente es un reconocimiento al que estamos apuntando tanto vitivinicultores, enólogos, empresarios, chefs; todos los que le están metiendo su grano de arena a esta área, trabajo, tiempo, dinero y esfuerzo al Valle. Esa es la meta, que la gente reconozca fuera de estas fronteras a estas tierras, y que cuando piensen en vino y buena gastronomía, se le venga a la mente el Valle de Guadalupe”.
Más de mil 200 hectáreas, 135 medallas, 700 premios a nivel internacional y presencia en 19 países, han hecho de L.A. Cetto la mejor bodega de México bajo su slogan “Premiados en el mundo, reconocidos por ti”.
Cabe señalar que el vino más exportado de L.A. Cetto es Petite Sirah y el más premiado del mundo es su Nebbiolo, reto que impulsa a la familia no sólo a seguir siendo líderes en la viticultura y compartir las bondades de sus viñedos, sino mostrar en cada vino la máxima expresión en sincronía con sus agricultores, la visión y experiencia de la familia.
“Venimos de un inmigrante italiano que descubre la maravillosa Baja California (1926) y funda en 1928 L.A. Cetto. Con una pujanza brutal, mi padre y abuelo hicieron este esplendor de más de mil 200 hectáreas cultivadas con vid, abriendo fuentes de trabajo, creando una industria maravillosa que ahora está muy presente. Es una mezcla positiva para mí hacer crecer este legado, lo que me toca es evolucionar y preservar las tradiciones, una transición a la modernidad sin perder las costumbres”, expuso Cetto, quien atestiguó de cerca la bendición de la molienda, la degustación y el tradicional concurso de pisado de uvas.
El maridaje perfecto fue completado con la actuación de Kalimba y Big Band Jazz, acto que cerró la Fiesta de Colores, ante un ocaso que coloreó de naranja, amarillo y rojo el cultivo de la vid, hasta el encuentro de las tinieblas de un recinto taurino iluminado por una Luna Llena y el cantar del intérprete de 40 años, seguido por el coro de unas mil 200 personas que entonaron los clásicos “He venido a pedirte perdón”, “Como yo te amo”, “Cuidado”, “No tengo dinero” y “El triste”, hasta temas propios de Kalimba como “Tocando fondo”, “No me quiero enamorar”, “Se te olvidó”, “Duele” y “Sólo déjate amar”.