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jueves, noviembre 21, 2024
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Ni rechazo ni olvido

Colaboración invitada

 

 

 

A finales del año pasado el Inegi* nos confirmó lo que muchos ya percibíamos: la clase media en México está disminuyendo; se ha reducido en los últimos diez años. Y aún más negativo es que dicha contracción no presupone la migración hacia la clase alta, sino el declive de sus integrantes hacia la clase baja.

Con el debilitamiento de la clase media no solo se generan consecuencias económicas y patrimoniales de deterioro para todos aquéllos que se aferran a la misma; pierden espacios los verdaderos generadores de condiciones tangibles de movilidad social en México, considerando que en los clasemedieros se encuentran todos aquellos micro, pequeños y medianos empresarios (MiPymes): agentes de cambio reales en nuestro país con una aportación mayor del 50% del Producto Interno Bruto (PIB) y creadores de 8 de cada 10 empleos formales.

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Según el mismo estudio*, aún en claro en desplome, Baja California es una de las cuatro entidades del país con mayor presencia de clase media, alcanzando un 53.1% de su población, más de 10 puntos por encima de la media nacional que es de un 42.2% y con una diferencia abismal respecto de entidades con mayor población, como sería el caso de Chiapas, donde la clase media figura apenas con 19.5%.

La fuerza de la clase media no solo deriva de su aportación económica a la sociedad en que vivimos. En Baja California, ésta ha sido agente de cambio, combustión de transformaciones políticas y sociales y contrapeso natural al abuso y exceso de poder, exigiendo y señalando al corrupto, arbitrario o incapaz. Dicha caracteriza no deviene exclusivamente de su nivel de “politización”, sino de quizás lo que más la ha distinguido: la constante búsqueda de lograr una mejor calidad de vida, distinta al resto del país, concordante con su naturaleza de estado receptor de migración interna desesperada de mejores condiciones.

En nuestro Estado, la clase media está hoy más amenazada que nunca. No por el lejano y absurdo discurso del Presidente de la República, que la rechaza y donde su miopía populista y de confrontación se concentra en la existencia de dos Méxicos: el rico, abusivo y frívolo o el pobre, desprotegido y bueno. Tampoco en lo inmediato, por algo que nos afecta a todos y sobre lo cual difícilmente tenemos acciones a nuestro alcance para contrarrestar, como lo es una inflación general de precios al 8%. No, la peor afectación de la clase media se encuentra en lo que tiene a su alcance y hoy está perdiendo, la exigencia a una mejor calidad de vida donde habita y puede influir: el municipio.

La llegada al poder de Morena ha rebajado a los municipios en Baja California; los ha convertido en apéndices. Bajo el manto discursivo de la 4T, donde sólo la iluminación de Palacio Nacional importa, lo “local”  se encuentra supeditado al altiplano. Así lo demuestra la falta de representación y responsabilidad con sus electores de nuestra gobernadora y la alcaldesa de Mexicali, ambas incapaces de denunciar y exigir cambios en la política presidencial de combate al crimen organizado aquí, en su tierra ensangrentada.

Mexicali, bastión estatal de la clase media, se encuentra en una espiral de hundimiento: con servicios públicos cada vez más precarios, sin mínima inversión pública, agenda ni planeación futura y con problemas urbanos completamente desatendidos. En contraste, se tiene un gobierno cada vez más obeso e ineficiente, con mayor gasto discrecional, abusivo del dinero público por sus munícipes y con una alcaldesa que actúa más como vocera de una dependencia que como presidenta municipal. Sin liderazgo ni ascendencia sobre sus compañeros de Cabildo, funge además como mediadora y representante de sus propios subordinados: funcionarios de un desgobierno, carentes de perfil de servicio público, claramente oportunistas; sin mística ni compromiso, con la única intención de formar parte de una nueva elite, abusiva de poder. Mintiendo, agandallando, traicionando… a diario.

Del otro lado está la oposición política, la cual sigue ignorando los temas que afectan a la clase media, ya sea por incompetencia o -todavía peor- por simulación o complicidad. Aún no han entendido su responsabilidad con ese 53.1% que nos distingue del resto de país y que deberían representar, no olvidar.

Las preocupaciones de la clase media (seguridad, educación, oportunidades de empleo, mejor calidad de vida) están ahí, quien no está para representarla es nuestra clase política. Hagámosla responsable.

*www.inegi.org.mx/contenidos/investigacion/cmedia/doc/cm_desarrollo.pdf

 

Héctor R. Ibarra Calvo es mexicalense, abogado postulante y catedrático de Amparo en Cetys Universidad. Regidor en el XXII y XXIII Ayuntamiento de Mexicali.

Correo: hectoribarra@idlegal.com.mx Twitter: @ibarracalvo

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