Los que siempre andan tirándose del cabello en medios, redes sociales y los corrillos del Ayuntamiento, son el secretario general, Jorge Salazar, y el secretario de Desarrollo Urbano, Miguel Ángel Bujanda. Pelean tanto la cercanía con la alcaldesa Montserrat Caballero, como quien está más arriba en la jerarquía de la toma de decisiones. Los celos profesionales de ambos rayan en el cotilleo de quienes se meten zancadilla cada que pueden, con hechos que en ocasiones resultan verdaderos y en otras tienen algo de exageración. Pero de que los dos se acusan de tener cola que les pisen, es un hecho. Para mala fortuna de los tijuanenses, la opacidad en que se mueven ambos personajes los ha ligado a actos de presumible corrupción no investigada, como cobros irregulares en bares y restaurantes, la detención del colaborador de Salazar con harto dinero en efectivo y su pronta liberación, y otros señalamientos que usuarios del Ayuntamiento de Tijuana hacen, pero no quieren denunciar por temor a represalias. Y claro, el síndico procurador ignorando el hecho que le corresponde investigar las denuncias ciudadanas de actos de corrupción y abusos. Pero vaya, si la alcaldesa mantiene en el jurídico a un hombre de 60 años que vivía con una joven de 21 que falleció en condiciones sospechosas, y además fue señalado de abuso sexual, seguro mantendrá a este par que no dejan de jalarse el cabello. Un poquito de orden no estaría mal en la presidencia municipal de la ciudad más poblada, más insegura y más sucia de Baja California: Tijuana.