TM Landry es una escuela preparatoria que se encuentra en la zona rural de Breaux Bridge, Louisiana. La mayoría de sus alumnos son afroamericanos, con ingresos familiares de 32 mil dólares al año, en promedio. El 100% de sus egresados van a la universidad, el 32% de ellos, son aceptados en las llamadas escuelas Ivy League: Harvard, Yale, Columbia, Brown, Princeton, entre las más selectas.
Esto se logra mediante un método nada convencional de enseñanza, encabezado por Michael y su esposa Tracy Landry. Michael funge como una especie de mentor, con un discurso de superación personal que supuestamente inspira a los chicos.
Las clases comienzan a las 9 pero suelen terminar pasadas las 7 de la tarde. La idea es que estos adolescentes valoren lo que el trabajo académico intenso les ofrece como recompensa a futuro. En pocas palabras, como dice el dicho, querer es poder.
Sin embargo, justo cuando reventó el escándalo de personajes ricos y famosos invirtiendo sumas millonarias para lograr que sus hijos fueran admitidos en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, otro lío brotó en TM Landry: acusaciones de maltrato verbal, psicológico y hasta físico por parte del director.
Este estupendo documental de Dan Chen -disponible en Apple TV– sigue a Alicia, Adia, Isaac y Cathy, quienes se exponen a las exigencias a veces humillantes de esta escuela, siguiendo la primera de un futuro mejor.
Pero Chen no se detiene ahí. Su filme cuestiona, además, la inmoralidad de un sistema educativo que también se presta a “facilitar” el ingreso a las minorías para cumplir con sus cuotas de diversidad, como si la etnicidad sirviera un propósito en un país donde la lucha contra el racismo sólo parece formar parte de un discurso.
Esto hace que tal exposición de los hechos sea sumamente interesante incluso para ojos extranjeros en un momento histórico en el que mucho se dice de sociedades igualitarias, pero en la práctica los encontronazos entre clases sociales parecen ser la oportunidad que toda clase de charlatanes aprovechan para lograr lo inimaginable. Y nada de esto es positivo. Qué visión, entonces, la de Dan Chen. Qué ojo tan más crítico tiene. ****
Punto final.- Qué sería del verano sin los superhéroes.