Sergio Haro Cordero falleció el 30 de mayo de 2017 de un infarto agudo de miocardio, a la edad de 60 años. Su pasión por el periodismo y la fotografía lo llevaron al reconocimiento local, nacional e internacional. En más de 30 años colaboró con distintos medios de comunicación. Participó en el documental “Reportero” exhibido en 30 países y traducido a cinco idiomas, el cual retrata su labor periodística en ZETA, su casa editorial en los últimos años
“Yo tengo la idea de que toda mi vida profesional voy a ser reportero. Lo tengo bien claro, desde que tomé ese camino, hasta que termine…”, fue una de las declaraciones que Sergio Haro Cordero, hiciera mientras se filmaba el documental “Reportero”, exhibido inicialmente en 2012 y del cual es protagonista.
Y así fue. Sergio Haro Cordero murió el martes 30 de mayo de 2017 frente a su computadora, redactando una nota periodística que publicaría hoy viernes en ZETA, pero que de acuerdo a la necropsia, un infarto agudo de miocardio, secundario de una cardiopatía crónica congestiva, acabó con su vida a la edad de 60 años.
Con su pluma crítica e inseparable cámara fotográfica, Haro documentó y captó algunos de los hechos políticos que marcaron al Estado de Baja California. Fue un incansable defensor de la justicia social. Sus crónicas y reportajes quedaron plasmadas en diversos medios de los que formó parte. Durante su trayectoria también recibió amenazas del narcotráfico, que no lo hicieron desertar.
“El trabajo de reportero te hace reflexionar sobre el sentido que tiene el trabajo y el compromiso, y hasta qué punto vale la pena el seguir en esa misma línea o huir”, comentó en alguna ocasión el periodista.
Trayectoria
Sergio Haro nació en Luis B. Sánchez, Sonora, un 3 de enero de 1957. Cursó la licenciatura en Ciencias de Educación en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en la que obtuvo el título profesional en 2012.
Por más de tres décadas documentó su labor periodística en distintos medios como American Press Agency, Radio Capital, Novedades de Baja California, La Crónica de Baja California y ZETA, donde hasta su deceso se desempeñaba como editor y miembro del consejo editorial.
Junto con el periodista Benjamín Flores, fundó el semanario Siete Días en San Luis Río Colorado, Sonora. Luego del asesinato de su colega en 1997, Haro perduró al frente del medio donde denunció y señaló a los presuntos responsables de la muerte del periodista, hecho por el que recibió amenazas.
“… en el periódico en donde yo estaba me tocó recibir una llamada, una persona que me preguntó: ‘busco a Sergio Haro’. Yo soy, le contesté. Luego se escuchó: ‘Sabes qué pendejo, ni sabes en la que te metiste, vas a chingar tu madre, te voy a matar, cabrón’”, luego de un tiempo el periodista regresó a Baja California y se incorporó a otros medios.
Como fotoperiodista independiente publicó su trabajo en medios nacionales como Proceso y La Jornada. También colaboró con The San Diego Union-Tribune, Los Angeles Times, Associated Press y Reuters.
Fue autor del libro “No se olviden de nosotros”, una compilación de reportajes y entrevistas a lo largo de su carrera. Dejó inconcluso un libro sobre feminicidios que actualmente está en proceso de edición en la UABC.
En 1981 documentó el movimiento estudiantil, el magnicidio de Luis Donaldo Colosio en Tijuana en 1994, reveló transas en los gobiernos panistas y priistas, así como la inclusión al narco en algunos; al igual que defendió la lucha de campesinos, migrantes, pescadores, maestros, madres de los desparecidos, feministas, entre otros sectores de la población.
Reconocimientos y viajes
Durante su camino profesional, Sergio fue acreedor de distintos estímulos y reconocimientos, como el Premio Estatal de Periodismo en 1997 y 1998. Participó en diversos foros locales, nacionales e internacionales, invitado por distintas organizaciones como Article 19, donde tuvo la oportunidad de visitar países como Brasil y Paraguay, compartiendo temas sobre periodismo de investigación, inseguridad y corrupción.
Dio cátedra a jóvenes preparatorianos y universitarios; compartió su experiencia con estudiantes, lo gozaba. Organismos de la Sociedad Civil y activistas fueron impulsados por Haro Cordero para la divulgación de sus proyectos.
Como reconocimiento a su trabajo, en 2016 formó parte de la exposición fotográfica “Fotoperiodismo, perspectivas de una realidad”, promovida por el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC). En la muestra fueron exhibidas 15 gráficas de su autoría.
Días antes de su muerte, regresó de Paraguay, adonde fue invitado para impartir una plática con periodistas de ese país y de Brasil. Entusiasmado, compartió con sus colegas la experiencia de lo que es el ejercicio periodístico en México, así como sus retos.
También su presencia como presentador de libros, exposiciones y documentales era requerida periódicamente. Su opinión honesta, critica y sin tapujos, fue siempre valorada por el gremio.
Sergio Haro y UABC, sus publicaciones arrojaron luces sobre la corrupción: Solorio
“¿Qué será de la UABC sin Sergio Haro?”, cuestionó el abogado Daniel Solorio, quien el año pasado fue reinstalado en su puesto como académico de la Facultad de Derecho, de donde fue despedido hace cuatro años, uno de los tantos temas y otros controversiales de la Máxima Casa de Estudios que el periodista de ZETA siguió puntualmente.
“Nadie benefició tanto a la UABC como los trabajos periodísticos de Sergio Haro. Nadie arrojó más luz sobre la entraña universitaria, oculta tras las intensas campañas propagandísticas pagadas con dinero universitario”, señala el catedrático.
Y añade: “Bien recuerdo sus primeras publicaciones sobre ‘La Mafia Universitaria’, retomadas hace unos cinco años para denunciar los abusos del gobierno de Felipe Cuamea, luego de sus nunca bien explicadas ‘inversiones en Bolsa de Valores’. Salió al paso el Patronato Universitario, no para informar, sino para confundir. Infructuosamente intentó ahogar la evidencia de que el dinero de UABC estaba siendo desviado por cauces ajenos a la educación superior. Costosas y extrañas planas en los periódicos fueron pagadas con dinero de UABC para sofocar, vano intento, el mal uso del dinero que el pueblo destina para la educación superior”.
Solorio Ramírez recuerda que para Haro Cordero, la UABC fue una “pasión enraizada en su alma. Sus gobernantes han cultivado más el poder que el saber. Sergio lo denunció como nadie. Sus publicaciones arrojaron luces sobre la corrupción a la que no han sido ajenos los gobiernos de UABC. Por mi conducto la institución se lo agradece”.
Solorio recordó cuando según su percepción, por obra de Haro Cordero fue elegido por ZETA como Personaje del Año.
“Siempre intuí que Sergio Haro fue el promotor de aquella generosa portada de aniversario en que ZETA me declaró Personaje del Año 2012. No deja de tener un tinte de comicidad que ese reportaje denunciaba que con una sarta de mentiras fui ‘corrido’ de las aulas universitarias. Estoy en feliz regreso, pero mi felicidad es ya incompleta ¿Qué será de la UABC sin Sergio Haro?”, concluyó.
Documental “Reportero”: exhibido en 30 países y traducido a cinco idiomas
El guion, dirección y producción corrió a cargo del cineasta independiente Bernardo Ruiz. Se trata de “Reportero” (2012), documental que relata la historia del trabajo periodístico de Sergio Haro y penetra las entrañas de ZETA en Baja California, teniendo como protagonista al autor de la columna Fuera de Libreta.
La cinta se ha reproducido en Ambulante, Gira de Documentales en 2012, se ha exhibido en 30 países y ha sido traducido a cinco idiomas. En Estados Unidos se proyectó en 39 estados por PBS, a través de la asociación con POV.
“Reportero”, visitó países como Holanda, Latinoamérica, los Balcanes y Medio Oriente. Fue nominado para un Premio Emmy en la categoría de Noticias y Documentales.
“Un hombre disciplinado para su trabajo”: Bernardo Ruiz
“A Sergio lo conocí en julio de 2010. El estreno de ‘Reportero’ fue un 15 de febrero de 2012, se puede decir que fueron casi dos años de convivencia. Para mí, Sergio fue un ejemplo de lo que es el periodismo regional y el poder del periodismo con un sentido de justicia social. Era un ejemplo muy claro de una persona muy terca en su trabajo, muy apasionado. Yo como realizador de documentales, más joven en ese entonces, era un símbolo de todos los valores que yo tengo en el periodismo. Era alguien que se enfocaba en su trabajo y no paraba de trabajar”, compartió el realizador del documental.
Ruiz rememora que durante las presentaciones del material, a Haro Cordero no le gustaba tener reflectores ni llamar la atención.
“Lo rico para mí es haber podido compartir con Sergio muchas exhibiciones, yo tengo un recuerdo muy claro de él en Nueva York, íbamos caminando junto con su pareja Zaida, pues él quería conocer la Quinta Avenida, dimos una larga caminada por todo Manhattan antes de hacer la exhibición. En otra ocasión fuimos a Holanda, nos invitaron a un festival y Sergio participó en varias discusiones y pláticas; él no estaba cómodo de que lo vieran como activista, más bien él decía ‘yo soy periodista, soy reportero’.
Asimismo, Bernardo evoca una entrevista realizada en 2013 al editor en las oficinas de este Semanario en Tijuana, luego de varias presentaciones de la película, donde Sergio le comentó que el principal sorprendido por el documental había sido él mismo.
“Lo más importante es que se aborda el tema del periodismo en la región, y que sirva para que en México se reivindique el trabajo del reportero, de los reporteros, quienes nos dediquemos a esta profesión. Ojalá que se tome en cuenta lo que está sucediendo con el periodismo mexicano”, mencionó el sonorense en la conversación con el cineasta.
Bernardo Ruiz relató que cuando le dieron la noticia del fallecimiento del periodista se quedó con el corazón en la garganta.
“Fue una pérdida muy fuerte, la verdad. Los tiempos (de convivencia con él) marcaron algo importante en mi vida, aprendí mucho de él, así como de valores como realizador de documentales. Fue un aprendizaje convivir con él, son cosas que no se repetirán”, lamentó.
Trabajos editoriales
La labor periodística de Sergio Haro deja huella. La cobertura de la muerte de Luis Donaldo Colosio, cuando laboraba para el periódico La Crónica, trascendió a nivel nacional e internacional.
“Trabajaba para La Crónica, era un 23 de marzo de 1994 cuando me tocó la cobertura de la visita de Luis Donaldo Colosio, desde el momento en que vas a cubrir un evento como muchos otros y luego ves el ataúd….”.
Relató que durante el mitin en Lomas Taurinas, documentó con fotografías el magnicidio.
“Tomé varias imágenes, al principio no sabía lo que estaba pasando. Entre la gente veía a un hombre que era golpeado a palos (la gente nos iba empujando a nosotros –reporteros-), en ese momento no piensas más que en tomar imágenes, luego averiguabas e investigabas. Después en las tomas se veía a Mario Aburto entre la gente. No crees lo que viste, pero finalmente pasó”, contó Haro en entrevista exclusiva para el cineasta Bernardo Ruiz, como parte del proyecto “Reportero”, fragmento que no se incluyó en el producto final.
Dentro de los últimos trabajos de Sergio Haro para ZETA, destacan las numerosas coberturas en los mítines, marchas y manifestaciones por los desaparecidos, la instalación de la cervecera Constellation Brands, la Ley de Agua y después su abrogación, tras una protesta de más 70 mil ciudadanos en la capital del Estado.
Haro dio cobertura a casos como el de abuso y corrupción de la última administración panista, el recurso de Beca Progreso; el adeudo del gobierno de Francisco Vega por 342 millones de pesos a escuelas; el suicidio del presidente del Tribunal de Justicia, Marco Antonio López Magaña, abogado de profesión que llevaba apenas seis meses como titular del TSJ de Baja California, cuando aparentemente decidió acabar con su vida el jueves 16 de abril de 2015.
De igual manera, a la atroz muerte de la pequeña Diana Mía, hecho que conmocionó a los mexicalenses. La niña de 5 años de edad fue encontrada muerta en un canal. Estaba envuelta en una bolsa de plástico y atada con cinta gris. El cadáver tenía golpes en el rostro, labios reventados y huellas de violencia sexual
El reportero de ZETA estuvo presente en la histórica audiencia inicial de formulación de imputación del ex alcalde de Mexicali, Francisco Pérez Tejada, a quien se acusaba de abuso de autoridad por haber entregado cerca de 800 millones de pesos descontados a los trabajadores del Ayuntamiento y destinados a las cuotas del Issstecali; Victoria Bentley fue una de las denunciantes.
Las turbulencias financieras de la Caja Magisterial de Mexicali, AC, en la que resultaban afectados más de 600 socios que intentaban recuperar el ahorro de toda su vida, fue un tema que Haro no dejó de lado.
El trabajo más reciente del periodista y controversial en distintos medios de comunicación fue el reparto de publicidad sin regulación del Gobierno del Estado. Algunos de los “beneficiados” trataron de desprestigiar la investigación del reportero.
“A discreción, sin reglas claras ni criterios definidos, cada año se distribuyen millones de pesos del presupuesto del Estado para publicidad oficial, esto es, propaganda institucional, beneficiando financieramente a algunos medios de comunicación, a periodistas en lo personal y castigando a otros”, así iniciaba la investigación publicada en la edición del viernes 19 de mayo.
Bajo la firma de Sergio Haro Cordero quedarán plasmadas notas periodísticas que perdurarán en la memoria de los lectores; quizá para algunos, una esperanza en su lucha, y para otros, un trago amargo. Descanse en paz.
Anécdotas de reportero
Escribía con las patas
Quienes lo conocimos, sabíamos que en una breve conversación con Sergio, mínimo escucharíamos en cuatro o cinco ocasiones su risa contagiosa, con particular alegría se burlaba de todas las formalidades.
A veces en lunes, en ocasiones en martes, acostumbraba llamarme para ponernos al tanto de sus avances en las notas de la edición de la semana y más de una vez intentó educarme, paraba en seco las entradas directas a los temas de trabajo para reiniciar la conversación con un “¿Cómo estás, qué tal la familia, el clima?”, hasta por las mascotas preguntaba entre carcajadas para después burlarse: “Me dijeron que me iban a comunicar con la licenciada”, y vacilar diciendo que la razón del título era mi licencia de conducir, pero las risas eran más estruendosas si el título de licenciado se lo aplicaban a él.
En múltiples ocasiones fue requerido a ofrecer conferencias, compartir su conocimiento y experiencias en Baja California, en diferentes estados del país y en el extranjero, por su trabajo lo habían invitado a naciones como Noruega, Holanda, Brasil, Estados Unidos; apenas había regresado de Paraguay, pero él no se tomaba en serio y se ponía colorado cuando al regresar le hacíamos bullying pidiendo su autógrafo. Lejos estaba de la hoguera de las vanidades que invade a muchos en el oficio.
Cínica y tranquilamente, cuando hablábamos previo a que empezara a redactar su nota de la semana, anunciaba: “Me voy a quitar los tenis para empezar a escribir”, y reía, mientras decía que escribía con las patas y alegaba que golpearse el pie contra la base de la cama era uno de los peores accidentes de trabajo. Cuando le respondía que a veces parecía que era cierto, solo le provocaba más risa.
La mañana del martes 30 de mayo, previo a su fallecimiento, Sergio tenía sobre el escritorio una libreta, grabadora, documentos oficiales para respaldar su nota… y efectivamente, se había quitado los tenis para ponerse a escribir.- Rosario Mosso Castro, editora general
Celebrábamos su cumpleaños
Habían pasado seis días de su onomástico. Era un viernes alrededor de las once de la mañana. El consejo editorial de ZETA se reúne el día en que sale a circulación el Semanario para iniciar la proyección de la próxima edición, pero antes de debatir las propuestas, el cumpleañero debía partir su pastel. Era el turno de Sergio Haro. Las fotos se hicieron presentes, después de varias tomas, sus compañeros editores lo incitaban a que empezara a repartir el pastel, “el caso es que” -frase favorita de Sergio- no sabía cómo hacerlo y comenzó a tasajear el pan. Las risas, las fotos y videos del chusco momento vinieron después. Patricia Tamayo Meléndez, editora web
La primera cobertura
El 31 de octubre de 2013, un día antes del cambio de gobierno estatal, tomé un autobús a Mexicali desde Tijuana para cubrir la entrega-recepción de Oficialía Mayor. Era mi primera cobertura en esa ciudad. Sergio pasó por mí a la terminal. Cuando bajé del camión, lo reconocí frente a una de las puertas, alto, con su mochila colgando del hombro, estaba esperándome. “Me encargaron que te cuidara mucho”, me dijo a tono de broma y subimos a su vehículo, faltaban unas pocas horas para el evento, así que dejamos mis cosas en un hotel y paramos a comer en una sucursal de 7 Eleven. Él no comió nada. Después me enteré que siempre cuidaba lo que comía y ese lugar no era precisamente una opción sana. Yo tomé uno de los sándwiches de los refrigeradores y nos sentamos en una de las mesas. Sentía muchísima pena con él, mantener ocupado a un reportero de ZETA en jueves por la noche, es casi imperdonable. Son los momentos de alivio de haber cerrado la edición, concluido tu trabajo y poder descansar antes de continuar para la semana siguiente. Me hizo sentir lo contrario; nunca se quejó de la espera, me escuchaba atento y platicamos hasta que me llevó a las oficinas de gobierno. Sergio inspiraba confianza, siempre amable, sonriente.-Inés García Ramos, reportera
La solidaridad del compañero
Yo no creo en Dios, pero confío mucho en la ciencia, está muy avanzada y cada vez se desarrolla más, en el caso como el de tu marido, vas a ver, se va a recuperar, confía en los doctores… en la ciencia”. Esas fueron las palabras de consuelo del compañero Sergio Haro Cordero, siempre solidario en uno de los momentos más difíciles de mi vida.
Conversar con él siempre fue una oportunidad de aprendizaje, y cuando asistía a las juntas editoriales hacía que los viernes de ZETA fueran más gratos. Generoso, siempre compartía experiencias de sus viajes y conferencias, así como los libros que podrían ilustrarnos en nuestro amado oficio, incluido su libro “No se olviden de nosotros”, el cual me autografió y hoy es parte de mis tesoros.- Isabel Mercado Juárez, editora de EZENARIO
La cátedra de Sergio Haro (1957-2017)
– “El periodismo es la conciencia y la memoria de la sociedad”: Sergio Haro al publicar su libro “No se olviden de nosotros”
– “Es muy importante que su libro se distribuya entre las nuevas generaciones de periodistas”: Tomás Di Bella
– “Me parecía que hacía un corte de la historia muy interesante a través de este trabajo”: Rosa Espinoza
– “La muerte de Sergio Haro es una grave pérdida para el periodismo mexicano”: Carlos Lauría
– “El trabajo que realizó a lo largo de todos estos años hizo que todos le aprendiéramos”: Darío Ramírez
– Leopoldo Maldonado reconoció el “gran aporte que ha hecho a la democracia mexicana con sus investigaciones periodísticas”
La cátedra sobre periodismo de Sergio Haro Cordero pudo apreciarse en diversos medios en donde entregó su trabajo durante más de 30 años de trayectoria, pero también en su libro “No se olviden de nosotros: Narrativa periodística de Baja California”, publicado por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) en 2012, bajo el cuidado editorial de los escritores Tomás Di Bella y Rosa María Espinoza Galindo.
En “No se olviden de nosotros” Haro entregó 24 crónicas y reportajes de investigación desde “Una jornada en San Quintín” publicada en el Semanario Foro en 1984; “Tianguis de Caléxico, Estados Unidos” en La Jornada en 1985; pasando por su puesto por su cobertura del asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio con títulos como “Del aeropuerto a Lomas Taurinas”, “El mitin y la cita con la muerte”, “Confusión rumbo al hospital”, “Del hospital al aeropuerto en carroza” y “Dos pistolas, un asesino”, editados por La Crónica; hasta desembocar en “Claman residentes del Valle de Mexicali: ‘No se olviden de nosotros’” publicada en ZETA en 2010, sobre el temblor que sacudió Mexicali el 4 de abril de ese año.
Fue precisamente la consigna “No se olviden de nosotros”, que pobladores de Chimí hicieron a los periodistas en el Valle de Mexicali, la que dio título al libro y que refleja su sensibilidad y visión o forma de entender el periodismo muy cercano a la sociedad y sus problemas que Haro practicó, y de ello dio cátedra sólida:
“Por eso la frase-reclamo, no solo a los periodistas, al gobierno, o a quien fuese que pudiera ayudarlos en esos momentos de aciago. Pero el reclamo parece recurrente y no únicamente en esa coyuntura para ese tema y finalmente surge como una suerte de consigna ciudadana ante la evidente desatención de los problemas que aquejan a los más vulnerables, a los que menos tienen, mientras los periodistas se aferran desesperadamente a la cobertura de la esfera del poder, desde la comodidad de las oficinas gubernamentales, donde políticos y funcionarios ‘externan’ opiniones a diestra y siniestra ante micrófonos, cámaras y grabadoras prestas a trasmitir su decir de lo que sea”.
La voz de sus editores
Al conocer su trabajo periodístico y mientras laboraban en el Departamento de Editorial Universitaria de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) allá por 2010, los escritores y editores Tomás Di Bella y Rosa María Espinoza Galindo se propusieron rescatar la labor histórica de Sergio Haro dispersa en diferentes medios de comunicación durante un cuarto de siglo:
“El libro ‘No se olviden de nosotros’ nació de una conversación en la Feria Internacional del Libro de la UABC hace bastantes años; me decía que quería que se le hiciera un libro por parte de la Universidad; en ese tiempo yo estaba a cargo del Departamento de Editorial Universitaria de la UABC y le dije pues que contaba con mi apoyo. Tiempo después, alrededor de un año, llegó con una propuesta de contenido que me pareció excelente porque cubría sus 25 años de reportero, me pareció un registro muy valioso, muy interesante, muy hermoso no nada más de su paso como periodista en esta región sino que también tenía un corte histórico, me parecía que hacía un corte de la historia muy interesante a través de este trabajo”, refirió a ZETA Rosa Espinoza, aún conmovida por la muerte de Sergio Haro.
“Los textos quedaron tal cual como fueron publicados justamente para que no se perdiera esa esencia de su trabajo como reportero”, apostilló Espinoza y recordó que su papel en el proceso de publicación de “No se olviden de nosotros”:
“A mí la parte que me tocó en un principio fue gestionar el apoyo institucional, porque entre que me llevaba el primer borrador y finalmente cuando me mandaron los archivos con la versión definitiva yo dejé de ser titular del Departamento en 2011, aunque ya se había apalabrado que la Universidad cubriera los gastos de impresión”.
Desconsolado al saber la noticia de la muerte de su amigo Sergio Haro, el escritor Tomás Di Bella también evocó cómo fue el camino hacia la edición de “No se olviden de nosotros”:
“Después de muchos años de no vernos, porque cada quien tenía sus actividades, nos volvimos a ver otra vez, para platicar y rememorar cosas. La experiencia fue muy agradable, y más que nada nos dimos cuenta que lo que él había publicado en 25 años era no solamente de interés literario porque estaba muy bien escrito, sino que era de interés común y de interés social; porque su trabajo tiene la característica de ser muy denunciatorio sobre los abusos del poder, sobre los grupos del narco y sobre las luchas sociales en general”.
“Mi trabajo en la edición fue recibir sus textos que él recopiló, me dio la confianza de leerlos, entonces, el trabajo de edición es un trabajo entre el autor y el editor, en ponerse de acuerdo; los textos estaban escritos en el tono periodístico, un tono y un ritmo muy diferente al que puede tener un libro; mi trabajo fue pues de corrección, de organización de los temas en el sentido histórico y en el sentido temático”, complementó el editor Tomás Di Bella.
Y dicho y hecho, fue en 2012 cuando “No se olviden de nosotros” fue publicado por la UABC cuando Maricela López Ornelas despachaba en la Coordinación Editorial.
En torno al valor de la edición, Di Bella agregó:
“Él venía de las raíces obreras y él nunca olvidó esa voz que es por lo general negada y no escuchada; entonces, el tono de su trabajo tiene ese tono, el de un periodista de la gente de a pie, de la gente común, que de repente no tiene foro y él se lo daba y se lo daba muy bien. “El libro me parece que es un legado muy importante, es un legado que puede leer la gente de todos los días porque su trabajo es de una labor muy honesta, muy inteligente, y es muy importante que su libro se distribuya entre las nuevas generaciones de periodistas y comunicólogos”.
Di Bella todavía recordó que estaba por editarse otro título: “Quedó algo en el aire, yo hablé con él hace unos cuatro meses, tenía la idea de editar un libro con su trabajo fotográfico; él estaba recopilando el material y quedamos en reunirnos para darle forma a todo este cúmulo de trabajo que dejó, pero no concluyó en nada, no sé si después se pueda hablar con quien se quedó con su trabajo, pero sería muy importante hacerlo también”.
Por último, Di Bella recordó al amigo: “Me dio mucha tristeza saber la noticia de su fallecimiento, se pierde no solamente a un gran periodista sino a un gran obrero, un gran periodista, un gran escritor y conversador”.
Más reacciones
Tras el fallecimiento de Sergio Haro el martes 30 de mayo de 2017 en Mexicali, las reacciones de tristeza, reconocimiento y solidaridad empezaron a pulular.
Para empezar, Carlos Lauría, coordinador sénior del programa de las Américas del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), declaró a ZETA:
“La muerte de Sergio Haro es una grave pérdida para el periodismo mexicano; Sergio era un reportero nato, un verdadero periodista de enorme olfato, de enorme capacidad y entrega, que además ha sido un luchador incansable por la promoción y defensa de la libertad de prensa.
“El documental ‘Reportero’ (2012), que bien elaboró Bernardo Ruiz, lo tiene como en un papel protagónico hablando de la amenaza en los reporteros en México, sobre la corrupción de las instituciones mexicanas, de la corrupción de la propia seguridad de los gobiernos y también el altísimo grado de impunidad que es característico en la mayoría de las investigaciones de asesinato de periodistas; entonces, él era una persona absolutamente sensible a todos estos hechos como periodista de ZETA y como testigo de los distintos hechos que sacudieron a la historia de ZETA con los asesinatos de Héctor Félix y Francisco Ortiz Franco; él ha dejado un legado de memoria activa, de reflexión importante y una tarea periodística encomiable”.
Asimismo, Leopoldo Maldonado, Oficial del Programa de Protección y Seguridad de Artículo 19, expresó a este Semanario:
“Para el periodismo en la región pero también para el periodismo nacional es una gran pérdida, no solamente por la gran personalidad de Sergio Haro sino por el gran aporte que ha hecho a la democracia mexicana con sus investigaciones periodísticas; además, bueno, su pertenencia a uno de los baluartes del periodismo de investigación en este país como es ZETA, pues evidentemente es algo que la sociedad en general está lamentando”.
“Todavía recuerdo justo el día que nos anunciaron que había muerto: estábamos platicando sobre él, sobre unos talleres que íbamos a dar, Artículo 19, allá, y que lo íbamos a invitar porque además era muy solidario con sus colegas, siempre estaba buscando la mejora del trabajo periodístico en México que tiene grandes retos, no solamente en términos de las condiciones de seguridad en las que se tiene que ejercer y que no hay por parte del Estado, sino también por la calidad propia del trabajo periodístico y del valor informativo que eso conlleva; evidentemente es una pérdida muy lamentable que ha hecho eco todo el país y me queda claro que deja un gran espacio difícil de cubrir”.
Finalmente, Darío Ramírez, director de comunicación de “Mexicanos contra la Corrupción” manifestó a este Semanario:
“Sergio ha sido un amigo, un periodista, una persona que ha influido no solo a la comunidad y al gremio de periodistas, sino verdaderamente un ejemplo de persona, en su integridad, en su ética, y el trabajo que realizó a lo largo de todos estos años hizo que todos le aprendiéramos.
“Hace muchos años, cuando la ola de violencia que vivió Tijuana y Mexicali y que comenzaba a azotar a diferentes regiones del país, Sergio nos ayudó mucho para decirle al gremio periodístico que sí se podía hacer periodismo dentro de la ola violencia pero que necesitaba cambiar desde sus raíces la manera en que se hace periodismo, y yo creo que es uno de los grandes legados de Sergio para con su comunidad en todos los rincones de México”, concluyó Darío Ramírez.
El periodismo “es la conciencia y la memoria de la sociedad”
Cuando en 2012 la UABC publicó “No se olviden de nosotros”, Sergio Haro también reflexionó en entrevista con ZETA, primero sobre la edición que refleja su sensibilidad, compromiso y visión social de la labor periodística:
“Pues la idea fue conjugar varios temas, no solo el de la original violencia del narco -que es un tema desafortunadamente muy vigente-, sino otros temas sociales, como el de la huelga en la UABC, el relajo que dejó la última administración del PRI, la frontera y la incierta situación laboral de los trabajadores transfronterizos. Creo que resulta una suerte de mosaico histórico de hechos acontecidos en la región, y que quizá para gran parte de las nuevas generaciones es desconocido”.
Finalmente, compartió su cátedra:
“Hace poco leí en el diario español El País una reseña sobre un encuentro de académicos especialistas en periodismo. Uno de ellos dijo una frase que se me quedó grabada y con la que coincido: ‘El papel del periodismo es explicar lo que sucede y cuestionar al poder’. Coincido porque en la práctica me he identificado con esa idea, creo que el periodismo debe ser crítico, ZETA es un buen ejemplo de esto, pero además debe explicar lo que sucede en términos sociales, económicos, políticos. Es la conciencia y la memoria de la sociedad”.
Homenaje en UABC: “¡Sergio vive, la lucha sigue!”
Se tenía pensado como un acto de no más de veinte minutos. Un homenaje de cuerpo presente en el alma mater del periodista Sergio Haro Cordero, la Universidad Autónoma de Baja California, específicamente, la Facultad de Ciencias Humanas donde estudió la licenciatura en Educación.
Frente al edificio central de la facultad se instaló una carpa que no fue suficiente para dar sombra a todos los presentes en el homenaje. Habían convocado periodistas, pero llegaron activistas, miembros de la sociedad, profesores, amigos, contactos, todos a presentar sus respetos a quien escuchó y publicó sus casos.
La familia de Zaida, su esposa, su hijo Luis Carlos y hermanas de Sergio, llegaron acompañando a la carroza que llevaba su cuerpo en ataúd, el cual fue bajado con el cuidado y el respaldo de familiares y compañeros periodistas. Vendrían las guardias de honor y el detalle de los fotógrafos, de ubicar sus cámaras encima del ataúd en un acto de respeto y solidaridad.
Las primeras palabras las ofreció la codirectora de ZETA, Adela Navarro Bello, quien habló del gran reportero y ser humano que era Sergio Haro, de su compromiso con el periodismo con sentido social, de su empatía con las causas sociales y su participación en la vida activa de los movimientos civiles en Mexicali a través del periodismo de investigación, así como el legado que deja en el periodismo, y un llamado a seguir su ejemplo, a hacer periodismo de investigación para señalar a los corruptos, nombrar a los ladrones y criminales, apoyar a la sociedad.
Mientras que Luis Carlos Haro, hijo del periodista, tomó la palabra y predicó:
“Siempre fue riguroso en buscar la información, siempre se enfrentó a quienes se ponían enfrente de él y le decían que no y le intentaban cerrar la puerta, y le intentaban sacar la vuelta y decían excusas, y él sabía que eran mentiras, y él sabía cómo superar todos los obstáculos, todos. Y nunca lo compraron, y vaya que le ofrecieron puestos, le ofrecieron dinero, lo amenazaron, y en vez de decir yo me retiro, ahí muere, yo no voy a hacer esto, al contrario decía: Por Benjamín, por Blancornelas. En su oficina a su espalda, volteaba y ahí estaba la portada enmarcada de Siete Días de Benjamín Flores, que lo inspiraba diariamente a sacar la nota, a sacar la información; no la información que dicen que es verdad, sino la que realmente sucede, como decía Blancornelas: no lo que escuché sino lo que vi, lo que estoy viendo. Era honesto y era completo y firme en sus principios, nadie lo doblegó, nunca se doblegó, así que si quieren seguir el ejemplo de mi padre no se dobleguen y sean firmes, por lo que sea que busquen en su vida, no se dobleguen y sean firmes, y sean honestos, porque mi jefe siempre fue transparente y fue sensible, a todos los que conoció sabía no solamente acariciarlos, sino llegar hasta la espina dorsal y conocer a la gente, y vivir con la gente y estar en la calle, estar en todas partes, y le hablaban y decía ‘sí, ahí voy a estar a tal hora, qué necesitas’. Dejaba… la única vez que dejaba el trabajo era porque yo le marcaba y me decía, ‘sí, aquí estoy, ya me quité los zapatos para escribir con las patas, pero qué necesitas, qué te hace falta’, siempre; así que todos los que están aquí, si quieren honrar a mi padre, luchen… luchen con todas su fuerzas, por lo que ustedes quieran, pero nunca dejen de luchar porque él sabía que esa era la única solución de los problemas que nos aquejan en nuestro país, país tan corrupto, tan violento. Así que nada más les puedo decir eso, que no sea en vano, porque él dejó escuela”.
Después Cristian Torres, reportero de ZETA, pediría un minuto aplausos para despedir el cuerpo de Sergio Haro del campus universitario, y ser escoltado al grito de “¡Sergio Vive, la lucha sigue!, ¡Sergio vive, la lucha sigue!”. Cristian Torres