Quizá sea una sensación muy personal. Pero quien haya vivido en esta patria nuestra, quizá coincida en que nunca antes los mexicanos habíamos tenido tanta consideración, manga ancha o paciencia para los dichos y hechos de los presidentes de la República, como el actual.
Tampoco ellos -los presidentes- habían dedicado mucho de su tiempo a expresar cosas intrascendentes: tiempo, equipo, personal y dinero; muchísimo dinero para insultar e inventar guerrillas urbanas, formas de gastar miles de millones de pesos a babosadas sin límite. Tampoco a actividades impropias de su investidura, como vender boletos para rifas. Y las que vienen porque ya le gustó recoger dinero y no entregar premios.
Cada paso que da YSQ es un nuevo tropiezo. Su lógica se origina en que nada le ha costado en la vida. Y eso duele mucho, especialmente a quienes, desde el primer trabajo, fuimos obligados a pagar impuestos y a ser registrados en el Imss. Quien tuvo la oportunidad de conocer algunas instalaciones de la ex residencia presidencial de Los Pinos y varias áreas del Palacio Nacional, no pueden estar de acuerdo en que el actual Presidente se haya posesionado de lo que fue el centro nacional del poder.
En uno y otro sitio han escrito parte de la historia de México, con la oportunidad de hacer recorridos, en solitario, sin vigilantes (salvo los mínimos); conociendo sus museos, pinturas, sala del antiguo congreso, sitio de trabajo de Juárez y algunas oficinas de la SHCP. Por la calle de Moneda se podía ingresar sin mayor complicación, salvo cuando había algún evento oficial. Caminar por la banqueta del Palacio Nacional era un hecho normal, sin sobresalto.
Es grotesco que un presidente “tan querido” deba ser protegido con rejas y que toda el área del Zócalo, Plaza Santo Domingo, Edificio de San Ildefonso y la zona arqueológica del Templo Mayor ya no pueda visitarse. Y todo porque YSQ tomó como suyo el Palacio Nacional, que era propiedad y por lo tanto disfrutado por todo el que deseara visitarlo, turista o nacional.
El dicho “el pez por su boca muere” es verdaderamente un arma mortal para quien criticó, amenazó y prometió en campaña y lo que dice y hace ya como Presidente. Malo que viva en la época de la comunicación porque todo se graba, se registra digitalmente y cada que se le antoja se le lanza a la cara a los mexicanos. Y la pregunta es para los diputados y senadores: ¿no les da vergüenza traicionar así a los votantes? Cuando deberían ser verdaderos contrapeso para que se analice entre lo que propone el Presidente y lo que es mejor para la ciudadanía. No tenemos legisladores, todos los afines al ejecutivo federal, son simplemente comparsas. La historia juzgará.
Nota 1. Gran vergüenza la opacidad con la que han trabajado en el 2020 en las diversas dependencias y Secretarías. Las de Bienestar y Salud superaron con “las inconsistencias”. Ojalá no doblen al titular de la Auditoría Superior de la Federación, don David Colmenares, para que de reversa a su carro.
Nota 2. ¿Quién pagará por los muertos debido a la cancelación del Seguro Popular?
Nota 3. Los periodistas Lourdes y Margarito esperan justicia. Sigue la delincuencia posesionada de la República. No hay programa de seguridad.
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.
Correo electrónico: redsocialtijuana@hotmail.com