De Trez en Trez
Uno.- Se habla mucho -y se insiste siempre- que en nuestro país existe el estado de Derecho, es decir, que se da el principio por el cual la población del país debe cumplir las leyes, y el Estado debe hacerlas cumplir por igual, garantizando la legalidad, la igualdad, los derechos y libertades ciudadanas que originan un ambiente de estabilidad y seguridad jurídica como también social.
En suma, un Estado donde las leyes son cumplidas por ciudadanos y autoridades; personas y entidades se someten al imperio de la ley, la cual debe aplicarse en forma justa, equitativa y respetando en todo momento los derechos humanos.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Estado de derecho es: “Un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, (…)”.
“Asimismo, exige que se adopten medidas para garantizar el respeto de los principios de primacía de la ley, igualdad ante la ley, separación de poderes, participación en la adopción de decisiones, legalidad, no arbitrariedad, y transparencia procesal y legal”.
Otros más, y a manera de definición técnica, afirman: “El Estado de derecho es una forma de organización del Estado que se caracteriza por la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, incluidos aquellos que detentan el poder. Así pues, eliminando el carácter despótico del Estado”.
Hasta ahí todo va bien, pero, como dice mi siempre sabia, nonagenaria y olvidadiza abuela (hace buen tiempo no la citaba), “donde la puerca torció el rabo y los puerquitos el rabito”; es en la realidad, en la vida diaria, donde nos damos de topes y caemos en cuenta que lo escrito no concuerda necesariamente con lo que se vive y se sufre cada día.
Doz.- Así, sostenemos que no se puede hablar de un verdadero Estado de derecho cuando en nuestro país existen situaciones que dan al traste con la teoría, no concuerda el ser con el deber ser (nos diría un Maestro de Derecho hace casi 40 años a la VI Generación de la UABC). Ejemplos hay hasta para dar y repartir.
No hay un Estado de Derecho cuando existe una gran impunidad en favor de la delincuencia de todo tipo y en perjuicio de todos los gobernados, no cuando los asesinatos y desapariciones (contrario a la afirmación oficial y a las cuentas alegres de los gobiernos) siguen a la orden del día, y entre las víctimas lo mismo están estudiantes de Ayotzinapa, mujeres, niños de la Guardería ABC de Sonora, periodistas, y miles de ciudadanos.
Tampoco cuando se mantiene a las Fuerzas Armadas en tareas que no les son propias porque simple y sencillamente no se confía plenamente en las policías de todo tipo (porque están corrompidas).
Menos existe tan importante principio cuando se pretenden hacer y deshacer con el gobierno del país lo que una persona o grupo de personas quiere, sin importar las leyes, cuando se tiene sometidos al Poder Legislativo y al Judicial se le “da línea”. Sus legisladores (literal), acatan sin chistar las órdenes del Presidente y aprueban “sin cambiarle ni una coma” las iniciativas que les envía.
En tanto, sus gobernadores estatales (literal también) lo apoyan incondicionalmente, le siguen el juego, aceptan la sugerencia/orden de colocar a militares en puestos relacionados con la seguridad pública y firman desplegados en tiempos de veda política; casi reptan cuando visita sus entidades afectadas por la violencia generada por la narcodelincuencia.
Trez.- Ni pensar en un Estado de derecho cuando en sus comparecencias diarias, las llamadas “mañaneras” (no se sabe si por las mañas o por ñeras), con todo el poder del estado, haciendo uso de todo el equipo, recursos y el aparato del poder, se divide, se dicen verdades a medias, mentiras completas, se acusa, se descalifica, se revelan datos privados, se ofende y se juzga a los que no comparten la opinión presidencial.
Nunca cuando se saca “bandera blanca” y se afirma que no hay corrupción y al hacerlo, se ignoran todos los casos pasados y actuales (más los que se vayan acumulando) que tanto molestan al Presidente López Obrador.
No cuando la mayoría de la población vive en la pobreza y ahí se les quiere mantener, lo que les resta la igualdad de oportunidades y la equidad en el trato, mientras que el gobierno “austero” gasta a manos llenas en asuntos de su exclusivo interés; tampoco cuando no se les da el acceso a la salud y decenas de miles de muertos se deben a la negligencia, al orgullo, a la incapacidad e ineptitud de un sistema de salud inoperante e incompleto (Insabi y Salud) frente del cual se colocan a incondicionales.
Jamás cuando argumentado la seguridad nacional, se oculta información que debería ser pública, cuando se deja de aplicar a ley o se aplica torcida en beneficio o perjuicio de alguien, nunca cuando el acceso a la justicia existe solo en el papel; pero no en la práctica, no cuando se dejan de proteger los derechos y la seguridad de grupos vulnerables, principalmente de niños, niñas, mujeres, adultos mayores, enfermos graves o terminales.
En fin… que no quieran seguir presumiendo con un Estado de derecho que por lo antes mencionado y otras muchas cosas más, está muy lejos de serlo. Tiempo habrá después para hablar de los elementos y características de un verdadero Estado de derecho.
P.D.- Según Word Justice Project, por lo habitual el top 10 estaría compuesto por: Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia, Países Bajos, Alemania, Nueva Zelanda, Austria, Canadá y Estonia…
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana.
Correo: profeohe@hotmail.com