Angela Childs (Zoë Kravitz) es una joven de estos tiempos. La tecnología es su forma de vida, su empleo, su sustento, su única manera de comunicarse con el mundo. Es agorafóbica.
Acaso tranquila en su departamento, víctima de una paranoica que no cede, esta chica que hubiera sobrevivido perfectamente bien el encierro de la pandemia, se entretiene probando Kimi, un dispositivo parecido a la Alexa de Amazon Echo.
El problema es que en una de tantas pruebas de rutina, el artefacto capta lo que parece ser un homicidio premeditado, en el que de un lado están la víctima y el asesino, y del otro está Angela. Ahí comienza un estupendo thriller astutamente escrito por David Joepp y llevado a la perfección por el veterano de la pantalla grande Steven Soderbergh.
En sí, el filme ofrece dos niveles de interpretación: en primer lugar, hay una historia que se desarrolla a manera de pesquisa, donde la protagonista no sabe si saldrá viva de lo que parece ser un crimen. Por otro lado, está una reflexión sobre los miedos modernos que desató el nuevo coronavirus desde 2019 y cuyos efectos sociales, psicológicos y económicos aún no podemos medir, ni siquiera anticipar. Ahí está la superioridad de este filme, donde Soderbergh demuestra una madurez extraordinaria de la que aún se espera lo mejor.
El otro valor de este largometraje, sin duda, es Zoë Kravitz (hija de Lenny Kravitz), que aquí demuestra ser una actriz brillante que lleva a cuestas un papel complicado, además, porque gran parte de las escenas se realizan en una misma locación, entre cuatro paredes, vaya. Vale la pena ver cómo esta joven logra mantener el suspenso más con expresión facial y lenguaje corporal que por medio del diálogo. Con quién puede dialogar una persona que sufre agorafobia. Si esto despertó su curiosidad, esté muy al pendiente de este estreno en HBO Max. Vale la pena. ****
Punto final. – Esperemos que la edición 94 del Oscar no esté tan desangelada en este marzo de 2022 como sucedió en 2021.