No hay duda de la extraordinaria capacidad de Olivia Colman para construir un personaje creíble y llevar sobre sus hombros una película. La actriz acaba de hacer precisamente esto de nuevo en una película dirigía por Maggie Gyllenhaal, basada en la novela de Elena Ferrante, sobre una mujer que de pronto se obsesiona con una joven madre y su pequeña hija.
Esto sucede durante unas vacaciones, donde conocemos -o creemos conocer- a Leda, una señora de cierta edad, que viaja sola a un destino de playa donde pretende relajarse, pero de pronto todo se altera con la presencia de Nina (Dakota Johnson) y su niña, a quien no parece tenerle mucha tolerancia.
Las escenas que observa primero a distancia la obligan a desenterrar el pasado. De pronto vemos a la protagonista como una madre agobiada y no sabemos qué pasó con sus dos hijas que menciona, pero que no parece vincularse mucho a ellas.
Es justo aquí donde el guion de Gyllenhaal alcanza niveles de excelencia y no se sabe si este trabajo es aún superior a su debut como realizadora. La historia pasa a integrarse a la mente de Leda, pues es ahí donde todo en realidad sucede, en sus recuerdos, sus dudas, sus culpas, su evidente conflicto con la maternidad, su necesidad de destacar como la intelectual que es y, después de todo, vivir de otra manera, a pesar de su ineludible compromiso con su familia.
En sí Leda y Nina tienen menos en común de lo que parece, pero no es fácil llegar a esa conclusión. El filme, entonces, no permite distracciones, pues como se dice, el diablo está en los detalles. Bien por una película que así lo demuestra. Y gracias a Colman por su genial desempeño. Qué nivel de actriz. ****
Punto final. – Cada vez hay más contendientes claros para la 94 edición del Oscar. Veremos qué pasa el 8 de febrero.
