Este 1 de noviembre comenzó el periodo constitucional de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, comprendido del 2021 al 2027, convirtiéndose en la primera mujer en presidir el Poder Ejecutivo local; cargo que desempeñará, además, estando embarazada y ejerciendo la maternidad. Hito en la historia de nuestro Estado, que forma de la reivindicación de la igualdad entre mujeres y hombres que rompe con el conservadurismo histórico de Baja California, el cual excluyó históricamente a las mujeres.
Durante la sesión solemne para la toma de protesta, la gobernadora pronunció las palabras que una defensora de la igualdad esperaba. Manifestó su compromiso a “demostrar lo que las mujeres podemos […] romper techos de cristal para participar en la vida pública como lo soñaron nuestras abuelas y como lo han soñado nuestras madres. Voy a defender a que se reconozca la aportación que las mujeres hacemos todos los días en nuestros distintos roles para mejorar nuestro país”.
Como un preciado regalo que pocas mujeres tuvieron, estuve ahí en la esquina izquierda de la primera fila y junto a la entrada para verla llegar, empoderarse y apoderarse del espacio y del lugar más estratégico para cambiar la forma de hacer política en Baja California. Le aplaudí y le celebré porque con su discurso reconoció la lucha de muchas mujeres (me incluyó) y reiteró la importancia de la participación política de las mujeres, como un asunto de derechos.
Si los derechos humanos se fundamentan en la noción de dignidad para todas las personas, es claro que el sexo con el que se nace no debería predeterminar las oportunidades, responsabilidades, roles o derechos que le pueden corresponder a una persona.
Implica estar a favor de la igualdad entre hombre y mujeres; el combate a la premisa según la cual el sexo y el género son categorías que pueden establecer el lugar que ocupamos en la sociedad. Es un paso para lograr sociedades igualitarias, respetuosas de la diversidad, sociedades en donde si eres mujer puedas tener las mismas oportunidades de desarrollarte plenamente como las que tiene un hombre.
Para cumplir este compromiso se debe combatir la violencia contra las mujeres; para empezar, la violencia institucional, entendida como “los actos u omisiones de las y los servidores públicos de cualquier orden de gobierno que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o impedir el goce y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, así como su acceso al disfrute de políticas públicas destinadas a prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar los diferentes tipos de violencia”.
Así como la violencia política de género, que se compone de todas aquellas acciones, omisiones o tolerancias, basadas en elementos de género (cuando la violencia se dirige a una mujer por ser mujer o cuando la violencia tiene un impacto diferenciado en las mujeres o les afecta desproporcionadamente) en el ejercicio de sus derechos político-electorales, que tengan por objeto o resultado menoscabar, anular, impedir, obstaculizar o restringir el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos políticos, así como de las prerrogativas inherentes al ejercicio de un cargo público.
Se debe velar por que todas las servidoras públicas en el ejercicio de sus atribuciones y en el ejercicio público sean tratadas de manera digna, eliminando los micromachismos, los actos cotidianos que son casi imperceptibles, pero que perpetúan y transmiten la violencia de género, entre ellos:
*Manterrupting: La interrupción constante del discurso de la mujer por parte de un hombre.
*Bropiating: Apropiarse o llevarse el crédito por una idea generada por una mujer.
*Gaslighting: Abuso emocional para que la mujer dude de su memoria, juicio o percepción.
*Mansplainig: Explicar las cosas a las mujeres de manera paternalista y condescendiente.
*Manspreading: Tendencia de los hombres a ocupar más espacio físico del necesario.
Tener a Marina del Pilar al frente debe alejarnos de la visión androcentrista que tanto daño le ha hecho a nuestra sociedad; debe ayudarnos a tomar conciencia de los derechos humanos, y de la necesidad urgente de dejar de normalizar la violencia contra la mujer. Empezamos por conocer, identificar y erradicar los micromachismos y que todas las personas hagamos todo lo que nos corresponde para comprometernos a romper más techos de cristal.
Hoy tenemos una gobernadora que anda con el corazón por delante con la que muchas mujeres nos identificamos y nos sumamos porque no conocemos otra forma de “andar” en este mundo.
Melba Adriana Olvera fue presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California.
Correo: melbaadriana@hotmail.com