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miércoles, febrero 21, 2024
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La pandemia, la ciencia y la indisciplina como corrupción

La cepa mutante denominada “delta”, del bicho chino COVID-19, sigue de rebrote… y seguirá por meses.

No soy farmacólogo, médico, químico, científico, etc., solo expongo lo que he leído. Jared Diamond en su libro Guns, Germs and Steel (1997) explica que las bacterias y los más diminutos virus son microorganismos (seres ultra pequeños) que “brincan” de animales silvestres a los humanos, infectándonos. Paul de Kruif en su libro Cazadores de Microbios (1926) narra que el holandés Anton Van Leeuwenhoek (1632-1723) inventó el microscopio, y al siguiente siglo, XVII, el italiano Lazzaro Spallanzani analizó la biogénesis.


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En 1798, la vacuna contra la viruela (remedio usado, sin estudio, en África y Medio Oriente) la replicó el médico inglés Edward Jenner. Al siglo XIX, los doctores Ignaz Semmelweiss (1818-65), húngaro, y Joseph Lister (1827-1912), inglés, promovían la antisepsia y desinfección, mientras Louis Pasteur (Francia) y Robert Koch (Alemania) analizaban científicamente los patógenos.

La actividad militar separa la guerra bacteriológica (por gérmenes) de la guerra química (de compuestos).

Las plagas y pestes bacteriológicas datan de siglos. La peste negra desde 1347 en Europa, se debió a que los mongoles, sitiando el puerto de Kaffa en el Mar Negro, con sus trabucos (catapultas) lanzaban cadáveres ya en putrefacción, portando piojos o pulgas, sobre las murallas, convirtiéndose en fuente de contagio. Al caer el puerto, dos naves venecianas lograron huir, pero llevaban a bordo ratas, diseminando la peste a otros puertos y tierra adentro.


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En cambio, la guerra con sustancias químicas inició con el fuego griego hace 1500 años; luego la pólvora hace mil años. Al siglo XIX, los científicos habían desarrollado gases lacrimógenos; para el XX, los neurotóxicos mortales. Este virus del COVID-19 es algo que algunos científicos (no solo los sospechosos de conspiraciones de los illuminati) consideran ser un mal experimento de laboratorio en biogenética que se les salió de control a los chinos.

Aparte que las vacunas son transgénicas y tienen críticos, triste que al iniciar este virus, el más dañino en un siglo, los políticos populistas (López Obrador de México, y su desacreditado López-Gatell, o el ex de E.U., Trump, y el dr. Anthony Fauci) dijeron a la gente que al diantre con bozales (cubrebocas) o máscaras, y se las rifaran, dando cifras altas de muertos en ambos países; y ahora esta cepa de India propagando la infección extensa y virulenta.

Japón, donde han inyectado solo la tercera parte de la gente, ¡con su disciplina!, porque todos usan bozal, guardan distancia y desinfecta, solo llevan 16 mil fallecidos. Y Nueva Zelanda, ¡bravo!, no llegan a 30 fallecidos.

En cambio, en mi México es cierto que somos tercermundistas, con gente indisciplinada y, tristemente, con corruptos del trillado complejo de jactarse de ser muy machos que “les vale” el orden o respetar al prójimo.

Antes de que hubieran vacunas, la mejor defensa era -y sigue siendo- la que desde la antigüedad bíblica, por sentido común, se conoce: cubrirse la boca y la nariz con un paño (en la actualidad con bozal, alias cubrebocas) y estarse lavando las manos y cara con frecuencia, con jabón simple. Guardar distancia. Y en dado caso, combinando con usar careta plástica transparente. Caray, más sencillo no puede ser.

Vacunados o no, acá muchos -demasiados- sujetos no usan o se quitan sus bozales a lo descarado. O los traen debajo de la nariz dizque por incómodos (y así esos necios de todos modos exhalan el bicho). O se abrazan o manosean del “puñito” o “codito” en vez de simplemente hacer la señal de agitar la mano. Mucho menos guardan distancia. Y por las vacunas, ya creen que pueden mal portarse en montón o desorden.

Reitero, si somos indisciplinados y desconsiderados a otros, el bicho seguirá de juerga y habrá contagios. Las personas de verdad valerosas son la que cuidan y protegen al prójimo y a sí mismas, no las que causan daño.

Encarecidamente evitémoslo. No caigamos en teatros de falsa demagogia populista (como el sr. López y la recién fracasada consulta popular), que políticos y prensa ya dejan  la notifalsa engañadora de “pronto” regresar a la normalidad. El bicho permanecerá más meses, así que por favor, paciencia, firmeza y disciplina. Ánimo. Gracias.

 

Atentamente,

José Luis Haupt Gómez.

Tijuana, B.C.

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