“Todos consideran ya un ser humano al recién nacido aún ligado al cordón umbilical. Definir qué es y dónde comienza la vida, es una pregunta que nos llevaría nuestra vida entera…”.
-Umberto Eco, Carlos María Martini, ¿En qué creen los que no creen?
La existencia puede vivirse como economía, como desinterés y como caridad. No necesariamente de una sola manera: lo útil, lo bello y lo bueno.
Al pensador mexicano Antonio Caso corresponde la visión de vivir la existencia desde lo ético, lo estético y lo religioso. Todo en armonía y jerarquía. Como lo refiere el danés Soren Kierkegaard en Temor y Temblor.
Mientras grupos humanos limpian de plástico las playas, otros llegan a tirar la basura a las playas; así no se puede. Algo no está bien.
Si a la persona humana se le mira desde la óptica económica, utilitaria, como ha comentado la profesora Elsa Oralia Cruz, el aborto o eliminación de un niño en el vientre materno resulta más conveniente en la última semana de gestación, ya casi al nacer, porque así sus órganos “valdrán más”. El aborto es una industria. Menos semanas de gestación, menos “valor” económico.
En Guadalajara era común que las empresas lecheras, para elevar el costo del producto, conectaban las pipas con lácteo para verterlos directamente en el drenaje urbano. El interés por el beneficio material nos hace criminales, sin mirar la pobreza o las necesidades alimentarias de muchas personas sin trabajo, sin casa, sin comida.
En torno a la Madre Teresa de Calcuta, escuché un admirable relato sobre las sopas Campbell. Para no pagar impuestos por sobreproducción del producto es factible eliminar o tirar lo sobrante. Y también puede donarse a instituciones de Caridad, como esta productora de sabrosas sopas ayudaba a millones de personas a través de quienes dan de comer al hambriento. Los misioneros de la caridad.
Desde la estética o lo bello, la vida la existencia es en sí algo bueno. Ahí están los cantos de John Denver o de Joan Manuel Serrat, de los Yonics (Déjalo Vivir), o Roberto Carlos (Luces linda); Napoleón, Alberto Cortez, Perales.
Otro ejemplo es La Vida es bella, la película del sonriente papá que hace todo lo posible por hacer feliz a su hijo incluso en las adversidades del holocausto.
Hay quien es capaz de gastar todo su dinero por salvarse o ayudar a alguien en una dificultad. Y hay quienes por avaricia de bienes, o dinero, o poder, son capaces de dañar incluso a quien les dio la vida, sus padres.
La vida es según el cristal con que se mira: todo centrado en el dinero o poder (economía); todo con desinterés sin participar, sin colaborar, sin comprometerse. Y vivir la vida amando al Creador, a uno mismo y a los demás.
Diría el padre Felipe Campos, filósofo tapatío: El corazón a Dios, el ojo al peso, y el lomo tieso.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com