Sin duda Steven Soderbergh es un director interesante y esto lo demuestra una vez más con este thriller encabezado por Don Cheadle y un elenco francamente soberbio.
La historia -escrita para la pantalla grande por el veterano guionista Ed Solomon- se desarrolla en Detroit, en 1954, cuando el ex reo Curt Goynes (Cheadle) acepta la propuesta de un desconocido, que apenas se identifica como Jones (Brendan Fraser) para vigilar a una familia mientras otro de sus operadores recupera unos documentos.
En la misteriosa jugada participa Ronald Russo (Benicio del Toro), el impulsivo Charley (Kieran Culkin), dos capos muy opuestos interpretados por Ray Liotta y Bill Duke, y la aparente víctima Matt Wertz (David Harbour), el empresario automotriz que tiene en su poder los codiciados papeles.
El detalle aquí es que pronto Goynes y compañía se dan cuenta del peligro que va con esta maniobra y empiezan a cuestionarse quién está detrás de todo y cuáles son sus verdades intenciones. A partir de ahí, los espectadores vamos atando cabos sueltos, a la par que lo hacen los personajes y por eso el filme es tan exitoso.
De pronto uno está dentro de la trama, viendo las situaciones a través de la mirada primero astuta, luego atónita, de Cheadle, más convincente que nunca. El resultado es fantástico, la película seduce, envuelve, atrapa y luego se resuelve bien, muy bien, tanto que hasta vale la pena darse la vuelta -ahora sí- al cine, antes de que otra cosa suceda. ****
Punto final. – Como que faltan películas buenas y sobran series en las plataformas digitales.